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Soldado Amazonense, Aguerrido Combatiente

“EL CASAMIENTO GUAYACHO DE ANTAÑO ”

“EL CASAMIENTO GUAYACHO DE ANTAÑO ”

Vista de la acogedora plaza de armas de Mendoza

Esta historia es una de las tantas que mi padre me narró a la luz de un “foco” Philips de 50 W, que más parecía un “candil”; y bajo la grata compañía del “huashpay” y su inseparable compañera la “timba”, que hacían de esas tardes envidiablemente agradables.

El matrimonio en mis paisanos guayachos tenía sus peculiaridades que hacían una costumbre propia del valle. Esta tradición ancestral se ha ido perdiendo paulatinamente, o ha ido mutando obligada por los avatares de la modernidad; cambios que finalmente conllevarán a extinguirle totalmente de la memoria de los moradores del valle del Guayabamba.

Es mi intención contribuir a recordar esta ancestral tradición, que hoy en día, y particularmente en los caseríos, se viene practicando, aunque con las innovaciones propias que el tiempo ha ido estampando. De esta manera me permito remontarme en el tiempo y hacer una remembranza sobre lo que fue esta peculiar costumbre.

Cuando un joven guayacho comenzaba a sentir ese cosquilleo característico en el pecho y el estomago, y su mente no dejaba de lanzar imágenes inventadas de sesiones románticas al lado de alguna “buenamoza” guayabambina en un paraje paradisíaco de nuestro incomparable provincia, y que además de ponernos o bien super creativo o bien super “opas”; era el momento preciso en que nuestro amigo Cupido había lanzado sus flechas del amor y se había anclado en el corazón de ese afortunado paisano; en otras palabras “el amor toco su huilliche”.

Las continuas salidas a jugar pelota en el “campo”, a bailar nuestras insuperables “verbenas” o “retretas” e incluso a escuchar misa; habían sido las responsables de que este paisano se “haiga vuelto opa” y “templao” de una agraciada mujer mendocina; ah y no necesariamente era una vecina, sino que podía ser de otro caserío cercano e incluso de uno alejado y diferente a donde pertenecía el “buenmozo”.

Los padres del enamoradizo muchacho se habían percatado de los cambios radicales en su hijo y se rompían “la chuma” (cabeza) pensando, con la intención de dar con el motivo de esa transformación en su hijo.

- “Shego, no se que le esta pasando al Nico” ¿no te has dado cuenta? – Decía la madre algo preocupada, despierta aún en el lecho matrimonial -
- “Sí, me “fijao”, antes andaba todito “mashcaron” ahora se lava la cara, después sale “chumita” y “linchecito” con su ropa”, que le estará pasando a este “ñacashca” – Contestaba el padre, mientras se acurrucaba dentro de su “poncho de lana” que hacía las veces de frazada -
- “Pa mi que “lan curao” o “lan ojiao” – Proseguía la madre
- “No, este “simplón” anda de “huayna”, seguro que “sa templao” de alguna “puquina” – Decía el padre al referirse que su hijo se enamoro de alguna “buena moza” del caserío de Puquio
Como no se darían cuenta sus padres del cambio que había sufrido “Nico”, si éste antes andaba con la “chuma” despeinada, la ropa sin planchar y algo “tishnada”, todo sudoroso y que se bañaba dejando dos o tres días; ahora salía peinadito, la camisa “tizita” y se bañaba diariamente en el “chorro” cercano al patio de su casa.

Una vez hecho el diagnosticó de ese algo que motivo a todo ese cambio personal en “Nico” y que no era otra cosa más que el “mal de amores”, sólo quedaba apoyarle en su decisión de seguir con este juego de romance que finalmente le llevaría al noviazgo y luego al matrimonio; total que podían hacer estos padres si ellos también se conocieron de similar manera.

El enamoradizo “Nico” se había enamorado de “Leonor”, una agraciada guayabambina del caserío de Puquio, esto gracias a las tardes deportivas organizadas por los caseríos de Chaupimonte y Puquio y a cuyos “campos” (improvisados estadios para lo cual acondicionaban algún potrero y que finalmente quedaba establecido como tal) a los cuales concurrían alternadamente; el premio a los equipos de futbol y voley ganadores era una fuente tamaño familiar del suculento picante de cuy, para lo cual sacrificaban seis u ocho cuyes al que acompañaban con papas y maní tostado, o en otros casos era escabeche de gallina.

“Nico” convencido de que Leonor es la mujer de sus sueños y por quien se “rajaría el lomo” para conquistar su amor, tenía que encontrar a un “alcahuete” que se encargue de convencer a la “buenamoza”, de que él era una buena persona, trabajadora, responsable y “nadida” borracho; ah pero sobre todo, de que viene de una muy buena familia y que esta completamente “templao” de ella.

Esta vez “Nico” escogió a su inseparable compañero de “retretas”, “verbenas” y “moliendas para la chancona”, su “cumpa” “Shalva”. Juntos estos dos “llipinshos” salían al atardecer y partían con dirección a Puquio, la intención era llegar a la casa de Leonor y disfrutar de la belleza que tenía anonadado a “Nico”; para esto, buen lugar era el cafetal que se ubicaba al frente de la casa de la “Lenchito”.

- ¡Fi, fi, fi, fi, fiuuuuuuuu! – lanzó un silbido al pasar por la casa de su “cumpa” “Shalva” -
- ¡Fi, fi, fi, fi, fiuuuuuuuu! – Contestó “Shalva”, con otro silbido similar.

Esta forma de comunicarse entre “cumpas” era peculiar en los guayachos, y se usaba a manera de claves personales para las salidas; las tonadas de los silbidos entre unos “cumpas” era diferente a los de otros, por eso se reconocía cuando se nos estaba llamando.

- Cumpita “Shalva”, me “acompañaste” a la casa de la “lenchito” como hemos “quedao” – decia “Nico” mientras “Shalva” miraba anonadado a éste por la zapatilla “chumita” que calzaba, por lo bien peinado y por lo bañadito que estaba –
- Hay cumpita, “pareseste” “inginiero” o “doctor” así cualquiera se tiempla de usted – decia “Shalva” animando a su “cumpita” “Nico”, por lo impecable de su persona
- “Esperemeste” un ratito, entro y saco mi linterna “Everady” de dos pilas, y nos vamos - continuó “Shalva” mientras subía la escalera que le conducía a su dormitorio.

Al poco rato retornó “Shalva” con su linterna y con algo más en sus manos

- ¿Qué “pes traeste cumpita? – pregunto “Nico”
- Una “medita” de “huashpay” para darnos “animo”, “hecheleste” un poquito “cumpita”, el resto lo llevamos para el camino - Decía “shalva” mientras ofrecía el aguardiente a su compadre.

Así partieron estos dos amigos a la busca de su adora “lenchito”, quien aún ignoraba de las buenas intenciones de “Nico”; claro que ella sospechaba ya que en varias oportunidades en el “campo” y cuando se cruzaba con “Nico”, éste la miraba tiernamente mientras pasaba y luego cuando ella volteaba, bajaba la mirada ruborizado disimulando su “encantamiento”.

Luego de caminar un largo rato, pasaron cerca a la “tranca” que daba a la casa de “Lencho”; la estrategia era ubicarse en un lugar cercano desde donde se pueda ver los movimientos de la “buena moza”; para esto habían elegido el cafetal que está frente a la casa. “Brincaron” el “pilancón” y comenzaron a internarse en el cafetal, buscando un lugar que les permita observar mejor; mientras caminaban por medio del cafetal se les escucha conversar:

- “Cuidao cumpita”, no “vayaste” a pisar jergón.
- No se “preocupeste cumpita”, la jergón apesta más feo que la “secopa” y se le huele a la distancia, no creo que sea tan “sopenco” para pisarla.
- Pucha creo que “pisao” un sapo, a ver “alumbreste” cumpita con su linterna – dice Nico a Shalva
- No cumpita, no es sapo, es “isma” de baca – afirma Shalva luego de alumbrar y confirmar que era excremento de ganado.
- Lao mi “dominguera”, ya lo “fregue” todita – dice Nico refiriéndose a que había ensuciado sus zapatillas con el escremento.

Permanecieron un largo rato en el cafetal, mirando hacia la casa y esperando que en cualquier momento salga Leonor y poder observar su esbelta figura; no les importaba ni los zancudos que acometían a los ocasionales visitantes, ni la posibilidad de que una jergón, que acostumbraba habitar los cafetales, pueda estar merodeando en esos momentos.

Así el sol se ocultó y dejo caer el manto oscuro de la noche, al poco rato una luna resplandeciente volvió a iluminar parcialmente la oscuridad de la noche; en el cafetal los dos amigos murmuraban de rato en rato acompañados por el canto alegre de las lombrices, las chicharras, la “talacuay” y hasta del “shihuin”.

- “Hecheleste” otra copita “cumpita”, para que “mateste” el frío – Decía Shalva
- A ver, a ver cumpita, “invitemeste” un poquito para frotar mi brazo, estos zancudos “illunshos” ya me van a tragar con “rropa” y todo – pronunciaba Nico.
- Parece que alguien esta saliendo de la cocina, he visto un “tubular” – Dijo Pedro al ver una persona que salía de la cocina, alumbrándose con un “candil”
- Si, si, es mi “lenchito” – dijo Nico mientras sonreía de emoción al ver que era Leonor la que salía de la cocina, para dirigirse a la escalera que finalmente le conduciría al dormitorio familiar.

Grande fue la emoción de Nico que sin darse cuenta había hecho ruido al pisar las ramas y hojas secas, tanto así que motivo a los dos perros guardianes que cuidaban la casa de “lenchito”, y comenzaron a ladrar.

- “Chuo”, “chuo”, “ladron” – Se escuchaba una voz desde dentro de la casa, al escuchar a los perros ladrar, alentándolos a corretear al supuesto ladrón que seguramente habían olfateado estos canes -
- Ay cumpita, ya nos descubrieron esos “quishques”, mejor vámonos antes de que nos muerdan - Dijo presuroso Shalva -
- ¿Quishques?, esos “grajientos” perros parecen caballo “cumpita” y si vienen nos tragan enterito, mejor vamos ya – Pronunció Nico
- Además ya lo vi a mi “lenchito” y esta “buenamoza” como siempre – prosiguió Nico -
- Usted si esta más “templao” que el bombo de mi cumpa Balvino, “cumpita” – Continuó Shalva dirigiendose a Nico –

No terminaron de hablar cuando vieron al padre de Leonor salir con su candil hacia el patio de su casa

- “Chuo”, “Chuo” - azuzaba a sus perros mientras cogia una “huicapa” y se aprestaba a lanzarla hacia el lugar donde se encontraban los dos compadres-
- “Canchul grajiento”, no vas a poderte llevar mis “pondoras” – decía el padre de lencho pensando que el ruido era producto de alguna muca que merodeaba a sus gallinas

Era normal que estas ocasionales visitas al cafetal se repitiera en más de una oportunidad; luego seguía el acercamiento del “alcahuete” para tratar de convencer a “lencho” de lo conveniente que sería aceptar a Nico, pero para esto faltaba mucho todavía.

Nico, enterado que el papá de “lencho” iba a construir un “cañal”, se ofrece de peón; todo vale con tal de congraciarse con la familia de su amada y en particular con ella.

- Don Rigo, me “enterao” que “vasta” “tenerr” una “huahuachada”, ¿no “vasta” querer peón? – Pregunta Nico al padre de Leonor
- Si, pero ¿cuanto estas cobrando el jornal? – Pregunta don Rigo a Nico
- Bueno cinco reales, pero “noste” preocupes, si quiere después me “pagaste” – Dice Nico
- A bueno así siendo entonces “véngate” el martes temprano, y afila bien tu “machete” por que vamos a “huahuachar” duro.

Los padres de Leonor que ya se habían percatado de las intenciones de Nico para con su hija, ni cortos ni perezosos se prestaban a sacar provecho de esta situación, “ocupandolo” en faenas de “huahuachada”, “cutipa”, “tira”, “rose”, etc.

No vaya a creer amigo lector que esto era un tipo de explotación, bueno en realidad si lo fue, pero esta situación pasaba normalmente en las familias guayachas de antaño, y además constituyó la única forma de seleccionar a un buen pretendiente para casarlo con la hija; de esta manera optaban por el más “chambero”, por alguien que no sea un “borrachoso” y sobre todo que venga de “buena familia”. De más esta decir que el “encantamiento” del muchacho duraba días, meses e incluso más de un año; situación que bien sacaban provecho la familia de las “buenamozas”.

Pasado tres o cuatro meses de continuas jornadas de trabajo no remuneradas o mal remuneradas, sirviendo a la familia de su amada, Nico se da cuenta que a llegado el momento de declarar su amor a “Lencho”, además ya fue suficiente sacrifico y ésta ya debe estar convencida de que él es un “buen partido”.

Para esta colosal tarea Nico no ha tenido mejor idea que fortalecer su tenacidad, valor y espíritu libando el “dúlcete huashpay”, elixir bendito que da fortaleza a los más débiles, infunde valor en los temerosos y es la panacea por excelencia de los males de fiebre, dolor de cabeza, picadura de insectos, dolor de muela y tantos males que aquejaban a nuestros paisanos guayachos; en ese sentido, como olvidarnos del “draquecito” hecho a base de aguardiente y agua.

Luego de tomarse sus traguitos, Nico se dirigió a la casa de su “cumpita” Shalva para pactar una serenata, a la luz de la luna, en la casa de Lencho y de esta manera hacer conocer a ella y sus familiares del gran amor que sentía.

- Cumpita Shalva, hoy es el gran día, “alisteste” el redoblante y la “hoja de huactana o naranja” para soplar, ya que no hay “acorrdión”.
- “Yasta” listo cumpita, cuando usted “digaste” arrancamos la “diana”.

Así, partieron rumbo a la casa de “lenchito”, al llegar a ésta, se ubicaron a prudente distancia para cuidarse de los perros y del padre celoso que bien podía reaccionar adversamente a su hazaña y consecuentemente podría costarles una mordedura de perro o una merecida “chicoteada”.

- Un, dos, tres va – Decia Nico dirigiendo el inicio de la serenata
- Tum, tum, tum, tum, tururum, tururum – se escuchaba el sonido del redoblante acorde con la hoja de “huactana” que colocada hábilmente entre los labios de Shalva y al soplarla entonaba finas y armoniosas melodías.
- Para ti “lenchito” con infinito amor, “Como la flor del café, que perfuma el pensamiento……” - Nico dejaba escuchar su canción, claro que con esas copas de más que momentos antes había ingerido tratando de darse valor, usted se imaginara el tono de voz que le salía de la garganta, que mas que una canción parecía el sonido de un “run run” hecho a base de tuza y bolsita de marciano.

De pronto la canción fue interrumpida por un grito desesperado de Shalva, quien soltando el redoblante y la hoja pronunció:

- ¡Cumpita, “corraste” hay sale don Rigo! - Dijo Shalva refiriéndose a que el padre de “lencho” había hecho su aparición en la escena, armado de una delgada “varilla de café”, de esas que se utiliza para “paliar” vivoras.

Shalva no terminó de pronunciar su frase y salió disparado, Nico por su parte, debido a su embriaguez, en vez de correr en dirección contraria al futuro suegro, corrió hacia él.

- Con que con serenatitas no “ñacahsca”, tu y tu serenatita te vas al demonio, mi hija no es “pa ti”, ella se casará con un “repucho” – Decía el padre de Leonor, mientras “chicotiaba” con la “bara” una y otra vez al pobre de Nico quien yacía en el suelo.
- Ayayau, ayayau don Rigo, ya no me “vareste”, “quema”, “quema”, yo lo quiero a su hija y eso no es malo – Decía Nico a quien el dolor de la “paliadura” le había “destorcido” la borrachera que segundos antes evidenciaba.

Fíjense como será de efectiva el palo de café contra la borrachera, que en cuestión de segundo había cambiado el estado de embriaguez de Nico en sobriedad, y éste salió disparado como alma que lleva el diablo; tanto fue el dolor que en su alocada carrera sobrepaso a su “cumpa” shalva y dijo:

- “Corraste cumpita”, corraste, si nos alcanza don Rigo nos mata –Decía Nico mientras frotaba frenéticamente las nalgas, tratando de calmar el dolor que le provocó las “chicoteada”
- Ay cumpita, eso le pasa por andar de Juan Tenorio – Decía Shalva dirigiéndose a Nico.
- Pucha este “bolsudo” lo ha “dejao” todito “shicra” mi “sique” – Decia Nico mientras se agarraba las nalgas, refiriéndose a las marcas dejadas por la “varillas” en sus nalgas.
- Que “rremedio” tan efectivo cumpita, se le quito la borrachera – Pronunciaba Shalva, al ver que Nico estaba “sano” en comparación a su estado de embriaguez de minutos antes.
- Ay cumpita, si no sería por el “huashpaysito” que me convidaste me hubiera hecho “aullar como perro” de dolor – Respondió Nico.

Así estos dos amigos retornaron a su caserio, que no distaba mucho de Puquio, y en la tranca de Shalva se detuvieron y festejaban el momento burlándose ya sea de la cara de “espanto” de Nico al huir de la golpiza, o reclamándole a Shalva por no auxiliarlo de la misma. Luego se despidieron y se fueron a descansar, total mañana sería otro día y tenían que trabajar.

Al día siguiente, mientras “cutipaban” una parcela de maní en una faena de un vecino del caserío, Shalva mirando y sonriéndole a Nico preguntaba de rato en rato:

- Cumpita como va ese “sique”, le han “dao” duro como a “jergón”
- Ay cumpita, si “vieraste” como está, parece “tishnao” de la negrura que me ha “dejao” el “bolsudo” del viejo; pero ya se fregó, por que le voy a cobrar hasta el último real de las faenas que le “trabajao” gratis al “grajiento” – Decía Nico al referirse a don Rigo.

Así esta experiencia de la paliza se convirtió en un pacto sagrado entre los compadres, con la intención de que no se divulgara y de que Nico fuera objeto de burlas entre la juventud del caserío.

- Cumpita no me “vayaste” ajoder delante del “moshvico”, del “alsha”, del Percy, si no esos “grajientos” se van a reír de mi – Suplicaba Nico a su compadre Shalva.
- “Corraste cuidado cumpita”, mi boca es una tumba y así me “paleen” no voy a decir nada – Contestaba Shalva, asegurando su silencio.

Pero usted sabe amigo y paisano, que a la luz de un “tubular” y en la compañía de un “huashpay espumoso”, los amigos departían comentando sus anécdotas más significativas y salían a relucir situaciones como las que pasó nuestro amigo Nico, es por eso que durante un tiempo este mozalbete fue el hazmerreír de su circulo de amigos, hasta que fue reemplazado por otro contemporáneo y a quien le había sucedido un caso similar.

Pasado el tiempo y transcurrido el enamoramiento y el noviazgo de esta pareja huayacha, los padres acordaron la fecha del matrimonio; se repartieron t los gastos de la boda, y acordaron como la realizarían:

- Bueno don Rigo, por mi parte yo lo contrato a “los Muelones de Puquio” o a “Los Carrizales” de Santa Rosa – Decía el padre de Nico, refiriéndose a dos de las bandas de músicos más solicitadas del momento
- Ya, don “Shego”, entonces yo “camaleo” mi “bermejo” para dar de “tragar” a los invitados – Pronunciaba don Rigo, refiriéndose a que sacrificaría su res para la comida de los invitados.
- Bueno usted “veaste”, por que eso es tarea de los padrinos – Pronunciaba don Shego, refiriéndose a que en estos menesteres los padrinos tenían el compromiso de velar por la comida de los invitados.
- Donde lo hacemos – Preguntaba don Shego
- En el salón del “mando” – Contestaba don Rigo, al referirse a la casa de don Anaximando que contaba con un salón amplio y el cual era utilizado continuamente para las fiestas de la comunidad.

Y así transcurrieron los días, faltando poco para la fecha de la boda, el novio y la novia buscan un amigo en común para que organicen la despedida de solteros (también podían hacerlo por separado, pero generalmente lo hacían juntos); esta despedida consistía en una celebración de un baile en el cual invitaban a todos sus allegados y disfrutaban de las melodías del momento.

La novia tenia que casarse de blanco, de esta manera daba a conocer a los concurrentes su pureza y virginidad, además, tenía que afirmar tal condición al novio ya que él lo descubriría de todas maneras en la noche de la boda y podía hasta cancelar la misma.

Efectivamente, en la noche de “funcias”, después del “palabreo” declamado por el novio, la novia acude a sus aposentos a cambiarse de vestido; es en ese momento y cuando todos los presentes están distraídos por las alegres melodías de la “banda de músicos”, en que el novio se escurre sigilosamente del salón de baile y se dirige en busca de su esposa, dando rienda suelta a su prolongada pasión; si él descubre que ha sido engañado respecto a la virginidad de la desposada, puede acudir presuroso al salón de baile y pedir silencio dando a conocer a los presentes sobre el engaño y luego “devuelve” a la esposa a sus padres; aquí se acababa la fiesta. Pero pierda cuidado amigo lector, que estas situaciones eran muy poco frecuentes en mi querido valle del Guayabamba.

Nuestro amigo “Nico” salió triunfante esa noche y dejo muy en alto el orgullo masculino de los guayachos; como siempre el varón del valle es un semental, ¿Será por la guayaba?, ¿Será por el chamico? ¿Por la amsacha? o ¿Por la pitajaya?, no se sabe; pero de lo que si estoy seguro es de que le ha “gustao” al “condenao” de Nico, por que en poco tiempo ya tenía cinco “muchillos”, según el quería completar su equipo de fútbol, con arbitro y jueces de línea incluido; a tal ritmo nuestro amigo terminó todo “posheco”,“cajetón” y “sursique”.

1 comentario

Leny Vargas -

me encanto el relato y me hizo recordar muchas palabras de Mendoza, mi mamá fue de chaupimonte y muchas veces fui a vailar al salon del tio Mando