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Soldado Amazonense, Aguerrido Combatiente

LA NAVIDAD DEL CHANCHO

LA NAVIDAD DEL CHANCHO

Día 24 de diciembre, fecha mágica que une a las familias conmemorando el nacimiento de “taita amito[1]”.  En esta fecha, una tía tuvo la gran idea de preparar el potaje navideño para disfrutar juntos padres, hijos, tíos, sobrinos y nietos; para esta ocasión, como buenos guayachos y amantes de nuestro entrañable terruño que somos, no podía faltar su majestad el cuy, que si bien no era el cuy mágico porque este no regala platita, sin embargo, regaló mucha alegría a nuestro exigente paladar.

Mi tía, de muy buenos gustos, como es de costumbre en ella, preparó un verdadero banquete: chancho al cilindro, cuy al estilo guayacho, ensaladas, panetones, chocolate, queso, panes traídos directamente desde el valle de guyabamba, choclo, plumífero (pavo) importado desde Mendoza, vino, whisky, espumante, anisado, aguardiente, pisco, etc.; es decir, que en esa mesa había comida para todo un batallón y lo mejor que mi encantadora tía había previsto prolongar la noche buena hasta el día 25.

Mientras los invitados iban llegando, yo me alistaba para recibirlos, y como parte de mi selecta indumentaria navideña, vestía un polo de color plomizo ligeramente ceñido a mi escultural cuerpo, que una de mis hermanas me regaló días previos a la noche buena.

Una de las primeras en llegar fue mi madre, toda ella, con ese garbo al caminar que es propio de las mujeres guayachas, con aquella sonrisa angelical inmutable que en mi niñez apaciguaba mis temores; como toda madre querendona me regalo un apacible beso en mi mejilla y mientras sus delicadas manos recorrían con ternura mi rostro, dejó salir estas palabras cariñosas de sus labios:

 -          Que lindo esta mi hijo precioso, mi “cumpita[2]” lindo – tengo que reconocer que a pesar de que este común mortal sobrepasa la base tres, sigo siendo su hijito engreído y el “cumpita” de mis aduladores padres.

-          Gracias viejita linda – fue mi respuesta, correspondiendo el cumplido de mi madre.

-          Te queda lindo ese polito color rata hijito, te asienta ese color, pero tas un poquito gordito, tienes que bajar unos kilitos y te vas a ver mucho más guapo –me dijo luego de escanearme de pies a cabeza con esa mirada inquisidora y de apretar suavemente mis mejillas.

Estas primeras palabras de mi madre sobre mi sobrepeso fueron casi imperceptibles porque las palabras de cariño las habían disimulado; estábamos en plena discusión en que si estaba gordo  o flaco, cuando ingreso mi tía abuela, una señora mediamente refinada y “etiquetosa” (en otras palabras jodida), saludando a los presentes que se encontraban en la sala, y en el momento en que se acercó a mí, disque me regaló unas palabras de cariño notoriamente perceptibles por todo los asistentes:

 -          Hijito, “caracho” se te ve muy bien, estas guapo, pero esa pancita no me gusta nadita, tiene que bajar, estas un poco panzoncito y así no es, nosotros los jóvenes tenemos que cuidar nuestra figura para vernos muy bien… -“vesta conche su vida”, me dije, seguro que ella fue una de las primeras “huaynas[3]” de Moisés y le acompañó a cruzar el mar rojo junto al pueblo de Israel, y decía muy suelta de huesos “nosotros los jóvenes”… fuira de aquí olle.

Mientras pensaba, mi “tiecita” continuaba con sus aduladoras y halagadoras palabras para con mi persona:

 -          … No importa hijito, así se te ve bien y los que te ven van a pensar que tienes harta plata por lo gordito que estas, claro que te verías mejor si bajarías un poquito de peso, pero sólo un poquito nada más  – Qué pasa, pensé, plata y mujer nunca me han faltado, eso es lo que más me sobra (recordando aquella frase de mi padre y de mis tíos) y que no surten efecto en mí, pues dinero tengo sólo para vivir medianamente feliz y respecto a las mujeres, sólo sé que es la más grande creación de “taitito amito” y a quienes debemos rendir pleitesía y amarlas por toda la vida, incluso más allá de la muerte, pero mejor dejémoslo ahí y continuemos con nuestro relato.

Debo reconocer que esta tía abuela siempre se caracterizó por su franqueza y por ser directa, y esas palabras para conmigo sobre mi empachado abdomen, me perturbaron un “pitzito[4]” más, así que disimuladamente me erguí y con paso garboso tratando de imitar a “gasparines[5]” pase por delante del espejo que colgaba de la pared de la sala, para cerciorarme sobre el tamaño del “buche” (“panza” para los que no entienden el lenguaje de nosotros los adolescentes).

Luego llegaron mis queridas hermanas y mi amado padre, esbeltas ellas por su ingente dedicación al Gym, a las dietas, a la semilla de la “chía”, la linaza, leche de almendras, tocosh[6], y no sé qué otros brebajes más que se “empujan” para mantener ese cuerpo caribeño. Cuando se acercaron a saludarme, antes siquiera que les dé la bienvenida, muy amable ellas me dijeron:

 -          No, no, no hermanito, aburro esa panza, estas todito “buchesapa” grajiento, urgente necesitas Gym –Mis hermanas, regias como siempre, se habían percatado de aquella pequeña protuberancia que cual nido de “comegin[7]” sobresalía de mi abdomen.

 -          Que pasó hermanitas, o sea uno se acerca a saludarlas y de frente le meten cabe, de arranque le bajan la moral a uno… no, no, no, así estamos mal causitas, además uno no puede empacharse comiendo su chanchito al cilindro y tomando su cervecita helada, así no pue, ta mal, muy mal –contesté tratando de hacerme el resentido para ese pequeño “buche” que apenas se me notaba.

Bueno, no quiero cansarlos con las tantas veces que esa noche me dijeron que estaba un poco “panchonchito”, pero si les digo que con el transcurrir de las horas y entre panetones, chocolate, pavo y cuyes, lógicamente esa pequeña pancita que al comienzo de la noche era como un “ticte[8]” aumentó significativamente como los pasajes en estas fechas, cosa que con el transcurrir de las horas ya no me preocupó, porque el whisky, vino, pisco y los brebajes espirituosos que una de mis hermanas preparó en una demostración de aprendiz de barman, y que más sabía a “padrax” (jarabe para las lombrices intestinales), habían adormecido mi orgullo de macho guayacho.

Al día siguiente, continuó el banquete y aunque hice de tripas corazón por no comer todas esas ricuritas que yacían en la mesa, no pude contenerme, así que tomé una copita de anís najar que nunca le falta a mi tía y adiós empache, otra vez al ataque, a dar cuenta de ese chanchito al cilindro doradito color caramelo oscuro que hacía rato me estaba retando.

El día 28 de diciembre, consciente de mi poquísimo sobrepeso, decidí acabar con esa pequeñísima protuberancia de mi cuerpo (porsiacaso hablo de mi panza ah), y con la voluntad y moral muy en alto, desempolvé mis zapatillas negras que por el tiempo que estuvieron guardadas se habían puesto entre marrón y verde, y se había convertido en el hogar de una familia de arañitas caseras,  alisté mi indumentaria deportiva y programé mi reloj interno para levantarme a las 5:00 de la mañana del día siguiente y salir a hacer “juting” (o sea correr).

Si es que algo herede de mi padre es su habilidad y precisión para programarse y levantarse a cualquier hora de la madrugada; era impresionante la manera como él, sin la necesidad de un despertador mecánico o eléctrico, se programaba para levantarse a la 1, 2 ó 3 de la mañana, y sin ninguna dificultad simplemente dormía y a la hora planeada estaba despierto; hasta ahora no he descubierto como hacía para programar su reloj interno, claro que ahora por su longevidad, se acuesta a las ocho de la noche y a la una de la mañana ya está jodiendo con su “radio programas”, con su programa preferido “amanecer campesino” o las cumbias san juaneras que alguna emisora ecuatoriana se le ocurre transmitir a esa hora, menos mal que ya no sintoniza “Radio Cora” con Juan Ramirez Lazo, ese “ñacashca” me tenía “inchau” todas las mañanas antes de ir al colegio, con su “que pasa… amables oyentes” .

Día 29 de diciembre, me desperté a las 5:10 am, o sea me pasé 10 minutos de la hora programada, estaba fallando el reloj interno, habría que calibrarlo (pero cómo); el friecito de la mañana invitaba a acurrucarme más en mi cama, la lucha por levantarme de la cama era titánica; hoy no, mejor mañana pensaba, no comando tiene que ser ahora me decía; estaba batallando entre despierto y dormido cuando una voz potente en mi adormitada mente se dejó ecuchar:

 -          ¡¡ Caracho pintcunga, levántese mierda que se  hace tarde!!

De un sólo brinco, como “misho” en celo, me levanté y antes de que el gallo carioco cante en el corral de la cuma “chio” (así era cuando de lejitos y escondido iba a “cestear” (mirar) a mi “cumita chio” en la época colegial), estaba de pie frente a mi cama, mirando la almohada de plumas de cisne (o será de ganso) que me seducía y cual bailarina de danza árabe se blandía aún invitándome a recostarme nuevamente; mire a todos lados para ver quién era el “conche su sipo[9]” que me había gritado pero allí no había nadie.

Carajo qué pasó, me preguntaba, ¿Quién anda ahí?, volvía a preguntarme, y de manera instintiva comencé a gritar “chuo, chuo ladrón”, evocando aquellas frases de mis abuelos cuando azuzaban a los “quishques[10]” para espantar al “huayhuashillo” o al ladrón que intentaban llevarse la “pondora[11]”.

Ya más despierto, me di cuenta que aquellas voces que escuché en mi mente no eran más que recuerdos remotos cuando mi padre “amablemente” me levantaba de la cama con estas y otras frases cariñosas, como olvidar aquellas melódicas palabras de mi viejito:

-          “Surshique[12], vaguetón, como no se levanteste ahorita mismo le voy a “shutear” toditito, espérate no más “grajiento disparate”, “shihuin”, seguro seraste doctor para que duermaste hasta tarde”

Recuerdo que mientras mi padre me arrullaba con esas “cariñosas” frases, en sus manos sostenía aquella bacinica de porcelana que en alguna época fue de color blanco pero que por el paso del tiempo (y de la “ishpa[13]”) se había tornado amarillenta amarronada; este gesto que hacía mi padre era nada más  para motivarme a levantarme de la cama, no creerá que él fuera capaz de arrojarme el contenido de esa bacinica (pues déjeme decirle que sí era capaz de esto y de muchas cosas más). Como habrá sido de persuasivo mi padre en mi adolescencia que hasta ahora despierto escuchando estas simpáticas frases, pero en fin, lo de bueno que esta vez me sirvió para levantarme y ataviarme con mi indumentaria deportiva y muy campante dirigirme al parque más cercano a trotar unas 200 o 300 vueltitas nada más, para calentar el cuerpo.

Mientras iba camino al parque, recordaba los ejercicios que me enseñaron en la milicia y los que esa mañana pondría en práctica: primero trote, luego polichinelas, monitos, planchas, abdominales, barras, canguros, etc., etc.,

Ya estando en el parque, empecé con la “calistenia[14]”, luego comencé a trotar tratando de soltar los oxidados músculos; imagínese querido amigo el enorme esfuerzo que hice para mover esta tanqueta de casi 90 kilos, fue difícil pero no imposible. Los primeros pasos fueron decisivos, la voluntad y la moral inquebrantable, nada podía doblegarme ahora, salí disparado como un rayo (o al menos eso era lo que yo creía), y mientras trotaba recordaba los consejos de mi entrañable y admirable “profe” de educación física, don Gilberto Collazos (gloria a ti gran maestro): dosificar la respiración para oxigenar el cuerpo, dos inhalaciones y una exhalación; allí iba yo, susurrando aquellos cánticos de guerra que entonábamos para darnos valor y coraje durante los rigurosos ejercicios matutinos en la FAP, y que a pesar del tiempo permanecen en mi mente:

-          ¡¡saliendo de su base los comandos ya se van, dejando atrás mujer, hijos y hogar se van, sin saber si quiera si van a volver o en algún lugar irán a caer, los comandos ya se van, se van!! … “Pasan los comandos y la tierra tiembla, cuando su bota se posa en ella, la boina negra…. Uno dos, tres cuatro, cuatro tres, dos uno, mil dos mil tres mil cuatro mil, cuatro mil tres mil dos mil un mil…”.

Estaba en pleno trote y cántico cuando un agudo dolor invadió la planta de mis pies propagándose por mis pantorrillas, canillas, rodillas y porque no decirlo, por toda la extensión de mis miembros inferiores, dolencia que daba cuenta de lo poquito subidito de peso de este otrora atlético cuerpo; pero eso no fue motivo para detenerme y quebrantar mi moral, por el contrario, me inyectó fuerzas y pronunciando aquella mágica frase miliciana que en algún momento me ayudó a vencer imposibles, continué trotando:

 -           “Moral, moral comando, todo pasa; el comando no se rinde carajo…”

Delante de mí, a unos 15 ó 20 metros aproximadamente, divisé a una persona trotando vestida con una polera negra y con la cabeza cubierta por una capucha, eso me motivó más para seguir corriendo, tener un espectador a quien demostrar mi fortaleza y mi envidiable estado físico; y a manera de reto me dije:

 -          “Vamos comando tu puedes…, tienes que pasarlo… demuestra tu moral muy en alto, como te enseñaron en la FAP”

Así que apuré el paso dispuesto a sobrepasar a este corredor que perturbaba mi visión y mi orgullo guayacho, además, no podía permitir que un comando FAP criado con leche de vaca bermeja, “uchú[15]” y “shirumbito[16] de quinquin[17] se deje ganar, invoqué a los apus de “shashcayacu”, “cuchitranca”, “huarmiyacu”, “saospampa”, “maripampa” y todas las pampas del valle del guayabamba y salí disparado a la caza de ese atleta enmascarado (a quien había bautizado así, porque estaba con capucha pe el jijuna).

Todo esfuerzo por alcanzarlo fue vano, sentía que mis fuerzas me abandonaban, ese “ñacashca” corría como un rayo y cada vez lo veía más lejos, mientras trataba de alcanzarlo giré la cabeza para ver si alguien más venía detrás mío y alcancé a ver el poste de telefónica que utilicé como señal de partida para empezar a trotar y el cual había dejado atrás hacía minutos; no puede ser me dije, por qué seguía allí este poste a pocos metros de mí, no creo que se esteé moviendo, eso sólo pasa en las películas, debe ser otro poste pensé incrédulamente tratando de reconfortarme.

Giré nuevamente la cabeza para no perder de vista a aquel furtivo corredor enmascarado que se había convertido en mi enemigo, y me percaté que se había detenido para hacer estiramiento de músculos, así que pensé, esta es mi oportunidad, lo tengo que pasar a ese “llipinsho”.

Apuré más aún el paso y en cuanto más me acercaba a él, en mi rostro se iba dibujando una sonrisa diabólica, hasta que por fin le di alcance y me preparé a sonreírle burlonamente; mientras lo sobrepasaba le miré fijamente a los ojos, provocando que el enmascarado se corra un poco la capucha para dejar ver su frente arrugada y un rostro endurecido, actitud que me intimidó un poquito y me obligó a voltear la mirada hacia otro lado, pensé que mi arrogancia competitiva le había molestado y que aquellas cejas fruncidas y frente arrugada eran signos de su molestia.

Estaba meditando sobre mi actitud mientras trotaba cuando el corredor enmascarado me dio el alcance, me puse en estado de alerta, cerré mis puños fuertemente para responder a cualquier agresión, mi corazón latía frenéticamente y mis pulsaciones se incrementaron sustancialmente, la sangre y adrenalina fluía velozmente por todo mi cuerpo, mis palpitaciones cual tambores de guerra anunciaban la proximidad del combate, me agazapé un poco para dar un salto felino directamente al cuello de mi contrincante, y en el preciso momento en que le iba a “ñequear[18]” la “singa” (golpe directo a la ñata, o sea nariz), este ser enmascarado se me acercó y  retirándose totalmente la capucha dejó ver su rostro, y delineando una sonrisa desdentada me saludó amablemente diciéndome:

-          “Bien, bien  hijitoch... criachturita de dioch… llecuerda, mente shana en cueshpo shano…” -me dijo, mostrando su rostro arrugado y de cuyas encías colgaban dos o tres dientes, como cuando  el “utusho[19]” “cashcaba” el choclito tiernito de la huerta de mama Tula.

No puede ser, me dije, parándome intempestivamente, sin poder dar crédito a lo que había visto, las arrugas de ese demacrado rostro no eran otra cosa que la juventud acumulada de ese ser que fácilmente bordeaba los 70 años; era ese decadente ser quien estaba dándome cátedra en “juting”, maratón, carrerita o como quieran llamarlo; y es a este “cochito” a quien no había podido alcanzar y pasarlo; carajo donde estamos, válgame Dios, tierra trágame, pensaba ofuscado.

A no…. no, no, no, no, me dije; ni cagando me gana este vejestorio (con todo respeto para aquellos jovencitos de juventud acumulada); y como el “correcaminos” de aquella serie animada en la que aquel plumífero era perseguido por el coyote, lancé un “bip, bip” y salí disparado tras de él, dejando una estela de polvo a mis espaldas (que alucinante no).

Hice un esfuerzo sobrehumano por alcanzarlo y pasarlo, mis canillas me temblaban pero que “shusha”, mi abultado abdomen (un poquito nada más) se movía de un lado a otro como la gelatina que vendía doña “mesh” en el mercado de Mendoza, mis ojos enrojecidos y achinados (por el sudor) miraban fijamente a mi competidor; por fin le di alcance y en clara demostración de reto le miré fijamente a los ojos, fruncí las cejas y dibujándole una sonrisa burlona continué trotando por delante de él.

Estábamos en plena batalla por pasarnos el uno al otro cuando unas abuelitas que también trotaban en ese parque nos alcanzaron y sobrepasaron (luego me entere que eran del grupo que practicaba “taichí” en el parque y que estaban en “calistenia”), un fuerte olor a naftalina entremezclado con “Charcot[20]” (“calor que penetra, calor que alivia”) se dejó sentir al paso de este grupo de simpáticas abuelitas (y no es broma); estas jurásicas féminas haciendo gala de su coquetería despintada por los años saludaron a mi competidor y siguieron trotando.

No sé qué demonios pasó en esos momentos, pero pareciera que el gesto cuasi seductor y amable de las abuelitas, motivó a mi contrincante y le inyectó nitroglicerina, dinamita o no sé qué carajo, pero el hecho es que este galán de canevaro acarició su encanecida y rala melena, se acomodó los pocos cabellos que le quedaban y pasándose las manos por la cabeza simuló peinarse con los dedos, se puso la capucha nuevamente y apresuró el paso tras las agraciadas abuelitas, dejándome rezagado como dicen en el futbol, “tirando cirunta”.

Mi orgullo de macho alfa guayacho en esos precisos momentos se cayó por los suelos, y a lo único que atiné fue a dar media vuelta y correr en sentido contrario a este grupo de simpáticos abuelitos, mi deplorable estado físico producto de la ingesta de comida, alcohol y cigarrillos de la noche buena y de la siguiente y subsiguiente noche, me indicaba que por más esfuerzo que pudiera hacer no los alcanzaría, además, el tremendo “vergüenzón[21]” y papelón por el que estaba pasando me obligaron a agachar la cabeza y voltear mi rechonchito cuerpo para volver sobre mis pasos por donde había venido; en el momento en que me di vuelta, alcancé a ver el poste y la caseta de serenazgo a unos cincuenta o sesenta metros más o menos desde donde me encontraba, lo que me perturbó más aún, pues sólo este tramo había recorrido y mi agotamiento era tal que ni siquiera cuando caminaba de Mendoza a Nuevo Chirimoto había sentido tal cansancio; nada más cincuenta o sesenta metros y ya me sentía morir, por Dios santo, que he hecho de mí, donde está esa fortaleza y envidiable estado físico cuando podía correr todo un día sin cansarme; no puede ser que sólo en este corto tramo se haya desarrollado la más cruenta batalla competitiva  entre este gordito bonachón y ese corredor enmascarado… Pero en fin, sigamos con mi historia o histeria.

En este parque hay un mini gimnasio al aire libre que alguna autoridad o los vecinos surcanos tuvieron a bien implementar; así que recogiendo los harapos de mi orgullo que estaban regados por los suelos, me dirigí allí. Ese es mi fuerte me dije, las planchas, las barras o paralelas, los abdominales, tal cual lo hacía en mi querida Fuerza Aérea, allí daré cuenta de la fortaleza y coraje de este macho mendocino caracho.

Primer ejercicio, las barras, ese es mi fuerte, y aunque no lo crean en aquellos años mozos en la FAP logré hacer hasta 57 barras en toma directa, algo inalcanzable para mis promociones; una vez estando en este mini gimnasio, salté y me colgué de las barras provocando que los abuelitos se acercaran a mirar lo que es capaz un comando FAP, guapo[22] y “chacrero[23]” de pura cepa, cargador de talegas de yuca, racacha, plátano y de “quipadas[24]” de rajas de morocho.

A no… ahora van a ver lo que es bueno y lo que puede hacer un comando FAP en las barras, me dije tomando impulso para alcanzar las barras y elevar del suelo mi rechonchito cuerpecito; moral, moral  chory, tu puedes, los abuelitos te están mirando y no puedes quedar mal, continuaba dándome valor, pero todo intento fue vano, sólo logré levantarme unos pocos centímetros desde mi posición inicial, sentía que los brazos se me desgarraban, mis dedos que fuertemente se sostenían de las barras pedían “chepi”, mis labios se tornaron de color morado al soportar la presión de mis dientes en mi afán de elevarme más, mi mentón apuntaba al cielo tratando de alcanzar la cima de la barra donde se sujetaban mis puños y mis piernas yacían adormecidas por el esfuerzo sobre humano que hacía intentando subir esta mole. Luego de batallar unos minutos o segundos para mover este adiposo cuerpo, me dejé caer al césped cual costal de papas.

Recostado boca arriba sobre el césped, levanté mis piernas que no dejaban de tambalearse y moverse frenéticamente, un bamboleo incontenible invadió mis canillas, los abuelitos al verme sacudir frenéticamente mis extremidades, se recostaron a mi lado y levantaron las piernas en afán de imitar mis movimientos, luego el corredor encapuchado se me acercó más aún y preguntó sorprendido:

 -          ¿Cómo se llama eshte ejeshisho hijito...?

Y yo, sin dejar de mover mis piernas, mordiéndome los labios y con los ojos desorbitados, aguantando lo más que pude el dolor, volteé la cara hacia él, sin poder contener más mi dolencia, le grité fuertemente como para asegurarme que me escuchara y entendiera:

-          ¡¡Calambreeeeeee mierdaaaaaaa¡¡… ¡¡viejoooo y la graaaaan flautaaaa… sobaaaa, sobaaa mierdaaaaaa!!.

No sé si fui un poquito exagerado al levantar la voz al abuelito, pero luego me percaté que de los árboles del parque que estaba cercanos a mí, una bandada de palomas huyó volando, despavoridas por aquel minúsculo grito guerrero de este brioso guayacho.

Es así que termina mi relato amigo lector, pues está demás decir que esa fue la primera y última vez que salí a correr en ese parque, además los agentes de serenazgo me habían declarado "gritón no grato", por haber asustado a los abuelitos y las palomas esa mañana.

Nota del autor: Pido las disculpas del caso por si alguna de las palabras han herido susceptibilidades o por las frases groseras, la única intensión de este humilde servidor es dotar de realismo al relato y divertir a los lectores.



[1] Dios

[2] Palabra que utilizaban nuestros padres en señal de cariño; diminutivo de compadre

[3] Amante, entripao, canal 2, la otra, y todos aquellos adjetivos utilizados para la relaciones amorosas prohibidas.

[4] Poquito

[5] Apodo dado a un tío de nombre Zoilo Cisneros, que tenía una forma peculiar de caminar, y que casi casi igualaba al paso de los toreros cuando hacían su salida triunfal del ruedo o plaza de toros.

[6] Mazamorra hecha a base de papa deshidratada oriunda de la sierra, pero que tiene un peculiar olorcito  (a “isma”); según los expertos es un concentrado de penicilina.

[7] Comegen, termitas

[8] Verruga que algunos de nuestros coloridos paisanos tenían en las manos por su afán de agarrar sapos; mis paisanos son de la creencia que el orine del sapo provocaba estas verrugas.

[9] Frase muy utilizada por los colegiales de mi época, que seguro si es guayacho conocerá, y si no fuera así, por obvias razones no diré su significado.

[10] Perros

[11] Gallina ponedora de huevos

[12] Dícese de aquellas personas de contextura delgada y que por utilizar pantalones holgados, termina resbalándose el “taparrabo” mostrando aquella parte donde termina la espalda y comienza la entrada de tamputoco.

[13] Orines

[14] Calentamiento de los músculos antes de ejercitar el cuerpo

[15] Sopa espesa hecha a base de maní verde, shirshil (huacatay) y huevo

[16] Sopa cuyo ingrediente principal es la yuca

[17] Ave de hermosos colores que se alimentaba de frutas como el caimito, y cuyo cantico parecía decir quin quin, de allí proviene su nombre.

[18] Golpear con los puños

[19] Larva de regular tamaño que se alimenta de choclos tiernos.

[20] Gel alcanforado utilizado para calentar los músculos y huesos, es utilizado a menudo por nuestros abuelitos

[21] Gran vergüenza

[22] Frase utilizada por mis paisanos para referirse a hombre fuerte

[23] Chacarero, agricultor

[24] Carga, brazada

DE VUELTA A MI TIERRA: CRONICAS DE UN MARCIANO

DE VUELTA A MI TIERRA: CRONICAS DE UN MARCIANO

De vuelta a mi tierra querida la entrañable provincia de Rodriguez de Mendoza, luego de una prolongada ausencia y encarnizada lucha cotidiana por sobrevivir en la rauda Lima, me sentí más extraño que nido de “shihuín[1]” y es que coincidentemente arribé en una fecha festiva que aglomeraba a una muchedumbre que inquieta celebraba el “Día de la Madre” en el ahora colegio San Nicolas (para mí hasta ahora Escuela 18207 de mis amores).

 

Luego de tener un agitado día por la zona de Zarumilla, de haber puesto a prueba mi destreza para escapar rodando montaña abajo “volintineándome” por encima de la espina “sonchina”, huyendo de la persecución de unas poquísimas y agresivas abejas (mil, diez mil o veinte mil nada más) con cuyo panal me topé involuntariamente, y las que luego de descargar una batería de aguijones en mi cuerpo lograron lo que las planchas, ranas, canguros y todo tipo de ejercicio físico realizado en la milicia no logró con mi decadente cuerpo, pues en menos de lo que canta un gallo los musculos de mis brazos, piernas, mi lomo, cabeza y cuanta parte de mi cuerpo se pueda imaginar aumentó de volumen considerablemente debido a la inflamación de las picaduras que ni con el secreto de la abuelita (hechale moco me decía) lograba que bajase (le aseguro amigo y paisano que las cuatro o cinco primeras picaduras se hasen sentir, las próximas diez o veinte ya no las sentirá por que su lomo estará adormecido; que razón tenía aquel paisano ñacashca cuando decía que la picadura de abeja en la cabeza duele más que los cachos).

 

Previo a continuar con mi relato, quiero hacer un paréntesis porque si bien es cierto llegué de noche (9 pm. aproximádamente) a Mendoza, la mañana dio paso a mi asombro al descubrir que el jirón Huayabamba  donde antes jugaba “poricoche[2]” o a “los trompos”, así como muchas de las calles del vecindario ahora estaban adornadas por boutiques de ropa, artefactos, boticas, financieras y otros tipos de negocios que no imaginaba encontrar allí; los hogares de antaño habían desaparecido o se habían convertido en una suerte de “jiron de la unión” huayacho. Pues para completar mi alucinante visita, durante las casi dos horas que duró el viaje desde Mendoza a Zarumilla (antes eran 18 horas de camino me cuentan los primeros pobladores de este paradisiaco paraje), de trecho en trecho me topaba con camionetas  modernas y motos “tornado” que daban cuenta del progreso de nuestra gente, y discúlpeme paisano si peco en hablar pero hasta ahora no concibo cómo algunos de los que fueron peones jornaleros de mi padre y que se movilizaban en vehículos “dodges” (es decir en dos pies) con ruedas radiales “BF Goodrich” o “God Year” (llanques dobles), ahora conducen orgullosos sus camionetas 4x4. Ah, y fue mejor aún cuando al ver que muchos de estos vehículos venían cargadas con “costalillos”, pregunte que era lo que llevaban y me enteré que estaban en época de cosecha de café, a S/. 13.00 Nuevo Soles el kilo nada más. Bueno dije, que bien que el progreso haya llegando a mi tierra, y que las mulas o las yeguas “rengas[3]” que los domingos veía pasar hacia el mercado, cargando chancaca o rajas de leña, hayan mutado y hoy tenga llantas, muelles y chasís; que aquellos paisanos que vigorosos caminaban alforja al hombro por las calles de mi pueblo hoy quieran movilizarse sólo en carros y motos –“Ray amito” dicen, que va a pensar la cuma “lencho” o el cumpa “cashpete” si me ve caminando- ¿que será no amigo? Quizá el “tucsiche” o el “shirumbe de quinquin” que comieron nuestros paisanos estaba “contaminao” y provocó esta transformación.

 

Bueno, retomando mi relato, a duras penas llegué hasta el hotel donde me alojé “El Principe Azul” (sí amigo ahora hay varios hoteles, antes se dormía en los trapiches si recuerda, o había que “masearle[4]” la casa a algún familiar o amigo), allí me atavié con la mejor prenda que tenía  y me dirigí, aún adormecido por las picaduras de las abejas, al colegio San Nicolas, presto a mover la rabadilla y deleitarme con la compañia y simpatía de mis paisanos y con sus anecdotas que provocan carcajadas y que nunca faltan en este tipo de eventos.

 

Al llegar a la entrada del colegio, creí haberme equivocado y pensé que aún estaba en alguna ciudad costeña, pues los vendedores ambulantes se habían  aglomerado y dotaban a la noche de un pintoresco matiz; allí estaban presentes las alitas broaster, la salchipapa, el caldo de gallina, los anticuchos y no sé que más potajes alienados y extraoriundos, traidos, supongo, por la ola de migrantes que hoy abundan en nuestro terruño y que poco a poco están desplazando a los natomendocinos, así como a nuestras costumbres y tradicones (debería ser preocupación de nuestras autoridades el desarrollar proyectos sociales que preserven y perenicen nuestras costumbres y tradiciones).

 

Ingresé al local del colegio siguiendo un callejón hecho caprichosamente por los comerciantes ambulantes, y estando dentro, por un momento, sentí nostalgia al pisar aquella “canchita” donde antaño jugué reñidos partidos de fulbito, y mis recuerdos revolotearon en mi cabeza aquella noche gris; presuroso busqué con la mirada algún rostro amigo dentro de la muchedumbre pero grande fue mi sorpresa al descubrir que en ese preciso momento yo era nada más y nada menos que un marciano en aquel lugar; sonreía como idiota a todo el mundo esperando una respuesta amigable, pero vano fueron mis esfuerzos por cuanto era invisible en ese “neogentío” (léase nuevos cumpitas, nueva gente o nueva generación como quiera llamarlo); de rato en rato alguien a la distancia me hacía una seña de saludo quizá reconociéndome o quizá compadeciéndose por mi rostro lúgubre (léase cara de “upa”, “sonso” u “opashcón”),  pero al no poder recordar quienes eran los poco que me saludaban, tenía que recorrer a aquel amigo que me acompañaba en esos momentos para identificarlos.

 

-      Hola primo –me decían algunos de ellos-

-      Hola “primasho” –le contestaba el saludo.

-      ¿Que tal la familia, cómo están los tíos? –proseguía tratando de recordar quién era, supuestamente preguntando por sus padres.

-      ¡Hay primito! creo que el sol de Lima te ha vuelto “shonsho[5]”, ¿no te acuerdas que los tíos ya “pasaron a mejor vida” hace tiempo ya? –me contestaba mofándose de mi ignorancia o asombro.

 

Mi ingenuidad huayacha provocada por el jolgorio de esa música contagiante renacía en mí por un momento, y sin titubeos me ponía a pensar en aquella frase dicha momentos antes por mi interlocutor: “pasaron a mejor vida”; en silencio pensaba equivocadamente “que mejor que hayan “prosperao” y “superao” los tíos”, “derrepente “taitito amito” los a ayudao y se han sacado la Tinka, la lotería o el Gana Diario” (cómo habré estado de idiotizado en ese momento que no me percataba que lo que me quizo decir era que habían fallecido hacía ya tiempo).

 

Así transcurrieron los minutos y no salía de mi asombro al ver como habían mutado mis paisanos, los adolescentes y jóvenes hacían gala de sus mejores vestimentas, adornados con aquellos artefactos utilizados por esa aberración de cultura citadina llamada “metrosexuales”  (yo los llamo cojudeces); las damicelas desconocidas por mí, lucían vestimentas que resaltaban sus atributos y belleza, haciendo de aquella noche una suerte de certamen de belleza propia de la metrópoli limeña; hasta los perros se habían “apitucado” y su ladrido sonaba más entonado (parecería que dijeran “puta que gua, gua won…”); el cantar de los gallos se oía diferente (creo que en ingles, frances o no sé yo que idioma “gallinez”) y si en mis años mozo les escuchaba cantar siempre a la una de la mañana anunciando la llegada del nuevo día, enesos momentos pareciera que su reloj interno se había descompuesto porque sus kikiriky se escuchaba a cualquier hora de madrugada.

 

Al día siguiente de la celebración por el “Día de la Madre”, luego de haber libado unas pocas frías y espumeantes cervezas (yo pedía a gritos que me dieran tomar mi potente huashpay o mi guarapo pero nadie me hacía caso …Uta que tas loco brother…, me decian unos chiquillos, ¿Qué es esa huevada, esa vaina won..?); fui invitado a presenciar la inauguración del tendido eléctrico en uno de los barrios más populosos y organizados de la provincia: Onchic, y me causó alegría encontrarme con un amigo que, aunque algunos no quieran reconocerlo, es un impulsador de la prosperidad de ese barrio y de la provincia (como el hecho de que pronto empezará la construcción de una moderna capilla en honor a su santa patrona mama naty), me refiero a Edgar Mori mas conocido en el mundo artistico y de la farándula huayacha, de los “albazos”  y las “verbenas” como “el chanchin” (disculpa el atrevimiento, pero hasta ahora no sé el origen de ese sobrenombre, algún día me contarás), en realidad he quedado complacido por los proyectos en mente de este buen paisano, sólo falta optimismo y la colaboración de los vecinos mendocinos y de los que se sienten y dicen ser buenos huayachos (no basta con decir serlo sino con sentirlo y demostrarlo) para cristalizarlos.

 

Mientras el crepúsculo daba paso al velo de la noche, frente al local comunal de Onchic, entre vasos de cerveza, cigarrillos y la grata compañía de amigos, las anécdotas, cual luciernagas que acompañan a la penumbra de la noche, afloraban de la boca de los que disfrutabamos de esa tibia noche a la luz de la luna empañada por el brillo de una luminaria recientemente instalada para la inauguración; es allí que me entero de las virtudes poéticas de uno de estos amigos que me acompañaba, quien me comentó presuroso que para enamorar a la damicela que ahora es su esposa, había desarrollado la habilidad literaria de escribir poemas, uno de éstos caló en mi mente por su peculiaridad e inspiración; decía así:

 

“Aquella tarde de verano,

Bajo ese sol radiante,

Cuando la nieve nos envolvía”

 

Como se habrá inspirado este “ñacashca”, o cómo habrá estado de “templao” que es el único ser en la tierra que puede contemplar nevar en una tarde de verano y, lo que es más, que la nieve no se derrita bajo un sol radiante (y yo estaba dudando de San martincito de porras cuando milagrosamente juntó a perro, gato y ratón; gracias paisita por devolverme la fe en san martincito). Con esta “inspiración” con olor a sandez y otorgándole todo el crédito a mi amigo por estos dotes artísticos, arribé a una disyuntiva hipotética en mi pensamiento: Si es correcto pensar que el amor te vuelve “upa” o es que su poder es tán magno que no hay imposibles ante él.

 

Bueno, para terminar, otra de las anécdotas que recuerdo claramente es aquella donde un paisano que a pesar de estar casado se había enamorado de una paisanita que padecía de una cojera permanente, dicho de otra manera en la jerga del “buen amante” ésta era “su canal 2”, “su calentao”, “su huayna”; sucede que la esposa e hijos del enamoradizo paisano, al enterarse de su relación con la “cojita”, obviamente lo recriminaron diciéndole:

- Papá, ¿cómo es posible que te enamores de esa mujer y encima es coja todavía?; a lo que éste maduro y astuto huayacho contestó:

- ¿Y qué? ¡No me jodan caracho, acaso yo la quiero para que corra o para que sea maratonista!

Con esta rápida respuesta nuestro amigo provocó la risa de la esposa e hijos y apaciguó la cólera de su prole que antecedió aquel acalorado diálogo.

 

Ah, y la última anécdota que me contaron fue la que se refiere a aquella época cuando Mendoza hacía uso de un motor generador para tener energía eléctrica; pues en aquella oportunidad llegó a la provincia un candidato a diputado y este vivaracho postulante, con la sagacidad que despierta las campañas electorales, al enterarse que la provincia no contaba con funte de energía eléctrica, hizo su ofrecimiento de esta manera:

 

-      ¡¡Señores, si me dan su voto yo me comprometo a traerlos un motor generador de 250 Caballos de Fuerza (250 Hp)!!

 

Al escuchar esta promesa, uno de los paisanos asistentes al mitin levantó la mano y con voz decidida y fuerte dijo:

 

-      ¡¡Señor candidato, “diosito lindo le oiga” y si usted se compromete con eso, nosostros nos comprometemos a dar todo los “potreros”, el “gramalote” y toda la “inverna” para los 250 caballos!!.

 



[1] Shihuin.- Ave nocturna que no fabrica su nido sino que suele poner sus huevos en el suelo; los mendocinos  solían llamar Shihuin al “araganote”, “quilla”, en otras palabras al que no le gustaba trabajar.

[2] Poricoche.- Juego de las escondidas

[3] Rengas.- Cojas

[4] Masear.- Aprovechar

[5] Shonsho.- Gafo, sonso, idiota

DEL REPOSO DEL GUERRERO, AL RETORNO DEL GUERRERO*

DEL REPOSO DEL GUERRERO, AL RETORNO DEL GUERRERO*

*Publicado por: Soldado Amazonense, Alias “Rasca Rasca”, experto en picar y sacar roncha, que se cuiden los ñacashcas, grajientos y dañaos

 

Es gratificante reencontrarme con mis paisanos amazonenses después de cerca de dos años de mutismo involuntario, producto de mi alocada vida laboral cuasi mochilero, cuasi lacayo, que me obliga a viajar por costa, sierra y montaña de nuestro incontrastable Perú, desatendiendo, a veces, mi inclinación literaria y mis practicas de seudoliterato (Luchito Chavez, creo que es hora de aceptar tu beca para Bostón University)

 

Lo que son las cosas ¿no?, algunos de mis paisitas que antes calzaban “llanques BF Goodrich o Good year” y que “pishtaban” su lomo bajo el radiante sol amazonense cuando fungían de peón en las “cutipas” y “tirapas” de maní,  prefieren buscar mejor porvenir emigrando hacia la madre patria o a los “yunaites”, sacrificando momentos de pasar junto a la familia y de disfrutar de los incomparables paisajes de nuestra región y del Perú entero; lo que es yo prefiero enrumbar tierra adentro, internándome en el corazón de nuestro Perú, bueno, pero al fin y al cabo, cada uno con su cuento.

Lo que si resulta conmemorable y gratificante es que por fin los amazonenses hayan comenzado a tomar conciencia y hayan desterrado la idea de seguir importando autoridades de otras regiones, sin cultura, arraigo y conciencia amazonense, y, por ende, sin la menor ambición de impulsar a nuestra región e insertarla en la senda del progreso; por eso saludo y aplaudo la elección de José Arista Arbildo como Presidente Regional, un hijo del pueblo, nacido en cuna humilde y que sufrió en carne propia las carestías y exclusión social, pero estas vicisitudes no mermaron su ansias de superación sino más bien impulsaron su crecimiento personal y profesional; él, con la vasta  experiencia en gestión y administración de recursos públicos, sabrá conducir a los amazonenses hacia el desarrollo, de eso estoy seguro, y si no fuera así, yo me encargo de sentarle “rucullita” en un “poto de izula[i]” para hacerle recordar sus promesas y sus  raíces.

Un paso importante para el fortalecimiento de nuestra cultura electoral razonada  es la elección de autoridades que presenten como característica ineludible ser hijos de nuestra región, como es el caso de nuestro actual Presidente Regional, y otra consideración necesaria, válida e innegable para los próximos comicios donde elegiremos a nuestros representantes congresales, quienes serán los fiscalizadores y controladores de la gestión pública, es el hecho de escoger a candidatos que ostenten como característica el ser sangre nueva (no percudida con la corrupción) en la arena política y no saurios políticos que en su momento, cuando eran representantes de nuestro pueblo, no hicieron nada más que lucrarse con la esperanza de nuestra gente; que, además, estos “neo homo politicus” conozcan las herramientas para realizar un buen control y fiscalización de los recursos, y que, su prioridad sea servir a nuestra región y luchar por la educación, la inclusión social y el desarrollo de nuestra gente. En la actualidad, el estar inmersos en un mundo globalizado, donde las informaciones y el conocimiento discurren vertiginosamente y tiene plazo de caducidad, el viejo aforismo “más sabe el diablo por viejo que por diablo” es  caduco, por cuanto, la juventud culta capacitada y adoctrinada convenientemente, ha desplazado la experiencia acumulada de la senectud.

Amigos y paisanos amazonenses, dejemos a un lado las tintas políticas y desprendámonos por un momento de nuestro arraigo partidario, que no importe si soy de tal o cual partido, que la prioridad para elegir a nuestros congresistas en los próximos comicios, sea las cualidades y virtudes personales y profesionales del candidato y no el partido al que pertenezca; el elegir a nuestro representante por sus colores políticos desestimando sus cualidades, nos llevará al fracaso y tendremos mayor responsabilidad en el destino errado de nuestra región que el no haber votado o haber votado en blanco. Recuerdo muy bien que cuando era aún adolescente mi pueblo era principalmente aprista y los candidatos de ese partido eran casi siempre los ganadores de los comicios electorales, mucha de la gente que iba a cumplir con su voto, no se percataba siquiera quien era el candidato y menos se fijaba en sus cualidades personales y profesionales, solo le bastaba mirar en la cedula electoral a la estrella del Apra para votar por él, tanto así que los aseguro que si poníamos a un chancho, un perro o un burro como candidato, igual hubiese ganado y llegado al sillón municipal. Con decir esto no pretendo herir susceptibilidades, y menos tengo algo en contra del partido de la estrella, pero es la verdad y solo busco sensibilizar a mi pueblo para que la elección de nuestros congresistas sea hecha con conciencia, razonando y seleccionando a los mejores candidatos.  

A manera de ayuda para una decisión consensuada, me comprometo a investigar a cada uno de los candidatos de los diferentes partidos y a difundir a aquellos que ostenten las mejores cualidades para ser nuestros representantes.

 


[i] Para los Ñacashcas que no saben o no se acuerdan lo que es la “izula”, les refrescare la mente,;es una hormiga grande parecida a una avispa sin alas, que cuando te pica ten por seguro que vas a ver al mismísimo demonio calato y bailando una pandillada

EL CIELO ACOGE A NUESTRO "PATITO DE AMAZONAS"

EL CIELO ACOGE A NUESTRO "PATITO DE AMAZONAS"

Con profunda nostalgia y acongojado me encuentro hoy al enterarme de la partida de nuestro gran amigo y personaje representativo de nuestra tierra Oscar López López, más conocido como el "PATITO DE AMAZONAS"; a título personal permítanme ofrecer mis más profundas condolencias  en primer lugar a la familia de este noble ruiseñor huayacho, así como a la gran familia huambina cuna donde nació, idealizo y cantó con mensajes ataviados de sencillez, humildad y sobre todo con manifiesto amor por la tierra que lo vio nacer.

 

Nosotros los que lo conocimos lloramos ahora su partida, pero nos queda el consuelo de que hoy estará disfrutando de la compañía del altísimo y Gran Arquitecto del universo, y al son de las liras celestiales, estará arrullando el oído de ángeles, querubines, serafines y de toda alma caritativa que por su bondad se ganó el paraíso prometido.

POR FIN SE PAVIMENTARÁ LA CARRETERA CHACHAPOYAS-MENDOZA

Esta es una muy buena noticia, la cual me complace inmensamente difundirla:

NOTA DE PRENSA

El Congresista Eduardo Peláez Bardales, informa a la colectividad que se logró conseguir el anhelado sueño de la población Amazonense, especialmente de la Provincia de Rodríguez de Mendoza, al aprobarse en el Congreso de la República por iniciativa del Dr. Peláez Bardales, el crédito suplementario, a través del cual se expidió el Decreto de Urgencia Nº 103-2009 de fecha 24-10-09, por el cual el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, queda facultado a ejecutar obras de Infraestructura vial, entre otras la PAVIMENTACIÓN DE LA CARRETERA –CHACHAPOYAS - RODRÍGUEZ DE MENDOZA, “Punta de Carretera.”

El Parlamentario Eduardo Peláez Bardales, destacó la importancia de la ejecución de tan importante proyecto, la misma que generará mayor inversión, desarrollo productivo y generación de empleo para la Provincia y Distritos de Rodríguez de Mendoza.

Peláez Bardales, ratificó su convicción de que con este gran Proyecto el Turismo se extenderá a esta importante zona, en beneficio de la población de Rodríguez de Mendoza y en general de toda la Región Amazonas.

Lima, 27 de octubre de 2009

La identidad, el orgullo y la alegria de ser Guayachos se puso de manifiesto en el tradicional desfile costumbrista

La identidad, el orgullo y la alegria de ser Guayachos se puso de manifiesto en el tradicional desfile costumbrista

Cortesía: Municipalidad de Rodriguez de Mendoza

Mendoza está de fiesta, se nota la alegría de la gente que pasea por las calles, se viven alegres reencuentros con los paisanos, con los familiares y con los amigos, y todos forman parte del tradicional desfile costumbrista donde se reafirma la identidad de los Guayachos.

Con la singular forma que tienen los pobladores del valle de Guayabamba de ver la vida, una vez más demostraron que tener sus costumbres y sus tradiciones los llena de orgullo, fue un desfile con algarabía, ver a niños de las Instituciones Educativas de Inicial pasar portando sus trajes típicos, a los adolescentes reviviendo los juegos de antaño y a los adultos mostrando a los más jóvenes como era la vida antes, como se celebraba un carnaval, una serenata, como se construía una casa y muchas cosas más. Fue el momento propicio para protestar y dar a conocer su absoluto rechazo, al significado que se le da a Guayacho en un libro denominado “Diccionario de bagüismos” y que fue escrito por Alexander Albán Aléncar, este personaje fue representado por un BURRO en este desfile costumbrista, el animal portaba una banderola con el nombre del escritor que se ha ganado la antipatía de toda la población de la Provincia de Rodríguez de Mendoza. Pero la fiesta continúa tenemos muchos días de celebración, estamos preparando una galería de imágenes de toda la fiesta 2009 y lo pondremos a su disposición en los próximos días.

La identidad, el orgullo y la alegria de ser Guayachos se puso de manifiesto en el tradicional desfile costumbrista

La identidad, el orgullo y la alegria de ser Guayachos se puso de manifiesto en el tradicional desfile costumbrista

Cortesía: Municipalidad de Rodriguez de Mendoza

Mendoza está de fiesta, se nota la alegría de la gente que pasea por las calles, se viven alegres reencuentros con los paisanos, con los familiares y con los amigos, y todos forman parte del tradicional desfile costumbrista donde se reafirma la identidad de los Guayachos.

Con la singular forma que tienen los pobladores del valle de Guayabamba de ver la vida, una vez más demostraron que tener sus costumbres y sus tradiciones los llena de orgullo, fue un desfile con algarabía, ver a niños de las Instituciones Educativas de Inicial pasar portando sus trajes típicos, a los adolescentes reviviendo los juegos de antaño y a los adultos mostrando a los más jóvenes como era la vida antes, como se celebraba un carnaval, una serenata, como se construía una casa y muchas cosas más. Fue el momento propicio para protestar y dar a conocer su absoluto rechazo, al significado que se le da a Guayacho en un libro denominado “Diccionario de bagüismos” y que fue escrito por Alexander Albán Aléncar, este personaje fue representado por un BURRO en este desfile costumbrista, el animal portaba una banderola con el nombre del escritor que se ha ganado la antipatía de toda la población de la Provincia de Rodríguez de Mendoza. Pero la fiesta continúa tenemos muchos días de celebración, estamos preparando una galería de imágenes de toda la fiesta 2009 y lo pondremos a su disposición en los próximos días.

FIESTA DE CARAPUNGO TRUNCADA POR MAL MIEMBRO DEL COMITE

Lamentamos comunicar a todos nuestros paisanos huayachos que tenemos un miembro de la junta directiva de fiestas patronales de Rodríguez de Mendoza 2009, que majaderamente se opone a la celebración del tradicional BAILE POPULAR que año a año se realiza el día 12 de septiembre en el barrio de CARAPUNGO.

 

Todo buen huayacho sabe que se ha convertido en una tradición que el día 12 de setiembre, nuestros paisanos carapunguinos celebren un baile popular en la canchita de ese amigable barrio; pues en esta oportunidad esa costumbre carapunguina se ve amenazada por la incomprensible actitud (o por intereses) de un miembro del comité de fiestas patronales de Mendoza (Perpetuo Santillan), quien al enterarse que Carapungo estaba coordinando con la orquesta  EMBRUJO INTERNACIONAL Integrada por músicos netamente HUAYACHOS, fue capaz de llamar al director de la orquesta y de amenazarlo que si llegaba a Mendoza se le decomisaría todos sus instrumentos, dise por que él ya tiene coordinado hacer una fiesta ese mismo día (12 septiembre) con una orquesta del oriente.

 

El señor Perpetuo debe darse cuenta que Carapungo está tratando de dar oportunidad a una orquesta formada por hijos de nuestra provincia, y debería ponerse la mano al pecho y pensar que al igual que él (que no es de Mendoza sino de Mariscal), le dieron la oportunidad de integrar un Comité de un distrito (San Nicolás) del cual el es ajeno, también debería dejarse de sonseras y permitir que Carapungo celebre su fiesta.

 

Y a nuestros paisanos de Carapungo déjenos decirle que ustedes tienen todo el derecho de celebrar su tradicional fiesta, sin que ningún intruso trate de impedirlo, ustedes sigan para delante y ríanse de la noticia. Paisanos no dejemos que este señor se oponga a celebrar nuestra FIESTA TRADICIONAL DEL BARRIO DE CARAPUNGO.