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Soldado Amazonense, Aguerrido Combatiente

UN DIA EN EL COLEGIO "TRM"

UN DIA EN EL COLEGIO "TRM"

Los tres socios de la conquista

Este relato quiero empezarlo manifestando a los lectores, que los sucesos mencionados guardan relación con la realidad, sólo que se le ha dado u matiz humorístico con la finalidad de hacer más amena la lectura. Así mismo, los nombres y sobre nombres pueden o no ser reales; en todo caso, si por cualquier motivo algún lector se siente aludido, o quizá ofendido por mencionarlo o por no hacerlo, pido las disculpas del caso. Además, permítanme dedicar esta anécdota a una querida amiga que compartió nuestras hazañas y desventuras, que supo brindar cariño sincero a los compañeros de la promoción y que por designios del todopoderoso, hoy descansa en el edén prometido para las almas buenas; a Naty por esa humildad y don de mujer, de amiga y solidaria compañera; siempre estarás en nuestros recuerdos gratos.

Son las 6:00 de la mañana de un lunes cualquiera allá por la década del 90, apenas unos minutos antes “chory” se había despertado a regañadientes, motivado por la autoritaria voz de su papá, quien disfrutaba de la compañía de la emisora radial “Radio Programas del Perú” y estaba trasmitiendo los minutos finales del programa “Amanecer Campesino” que iba de 4:00 am. A 6:00 am.

- ¡A levantarse, ya es hora! - Decía el papá de Chory, con una voz autoritaria.
- “Pucha mare” ya esta jodiendo otra vez papá - Pensaba en silencio el chory al escuchar la voz de su padre.
- “lay” hace frió papá, un ratito más no “seaste” malito – Pronunciaba el chory desde su cuarto, acurrucándose más aún con la frazada “tigre”.
- ¡Nada, nada, levantate “araganote”, serás doctor para que duermas hasta la hora que tu quieres; vieja trae el “cashque” (recipiente) con agua, pa que veas como lo levanto ahorita – Replicaba su padre mientras se aprestaba a coger el balde con agua.
- ¡Ya, ya, papacito, ahorita me levanto, no me vayaste a mojar! – contestaba el chory, temiendo que su padre vaya a venir a “shutiarle” para de esta manera levantarlo.
- Hum, a mi ni me retes “cumpita”, yo “ahorita” te dejo “shutito” como “fio” “mojao”- Contestaba su padre, sabiendo que sus amenazas de echarle agua, habían hecho efecto en su hijo.
- ¡Ya, ya, metase a la ducha “sarnoso”, el agua esta caliente – Exigía el papá, para que el “chory”, quien luchaba con el agua fría, se diera un duchazo.

Imagínese amigo lector, si el levantarse temprano era una de los sacrificios más grandes que teníamos que hacer algunos de los alumnos del TRM; el bañarse todas las mañanas era ya demasiado martirio para un mismo día. Acá hago hincapié, si digo algunos alumnos, es por que la mayoría de nosotros a las justas se lavaban la cara como “lambido de misho”, y llegaban al colegio todo “llictosos” y “mashcarones”.

Una vez en la ducha “el chory”, sabiendo que su papá lo examinaría para confirmar si se ha bañado o no, y sabiendo además que las partes de su cuerpo a examinarse serían las orejas, el cabello y el cuello; abre la llave y alejado del choro de agua toca el agua para ver cuan fría estaba esa mañana.

- Ay mamacita, que fría está, no me meto ni “pagao”, pero como “chuma” lo engaño a papá, ah, ya sé…..- Así una vez más, planeo la manera de hacer creer a su padre que se había bañado sin haberlo hecho.

Todo iba muy bien, “el chory” estaba con los cabellos mojados, la oreja bien lavada y el uniforme impecable, gracias a los buenos oficios de su madre quien era experta en el lavado y el planchado y siempre cuidaba de que sus hijos andarán relucientes y con la ropa bien planchada; hasta que escucho la voz de su padre:

- Así me gusta caramba, todo peinadito y planchadito, ese es mi “posheco”, ven para revisarte y arreglarte el cuello de la camisa – Decía el papa de “chory”, mientras sonreía orgulloso al ver a su hijo con sus vestimentas y se aprestaba a pasar la inspección.

El corazón del “chory” casi se paraliza al escuchar esas palabras, él sabía que eso significaría que su papá lo inspeccionaría y esperaba que no se diera cuenta del engaño.

- “Taita amito”, ayúdame para que no se de cuenta, si me ayudas “por la virgencita” que el domingo te llevo tu velita a misa - Rogaba en silencio “el chory”, emulando una petición al todopoderoso y haciendo un juramento para que lo ayudara.
- A ver, esa oreja esta limpia, ese cuello también; hoy pero tu cuerpo esta caliente - Pronunció el papá, al meter la mano dentro de la camisa del “chory” y constatar la tibieza de su cuerpo, signo de que no se había bañado.
- ¡Remangate la chompa araganote!, quiero ver tu codo – Decía el padre, para examinar el codo, lugar del cuerpo que en más de una oportunidad me había delatado.
- Oye “llipinsho” del demonio, no te has bañado, ese codo está como para sembrar yuca, ahorita mismo te voy a meter a la ducha con uniforme y todo – Pronunció el papá, mientras jalaba al chory hacia la ducha.
- ¡No papacito, ahorita me baño, me “basta” mojar mi uniforme y mi zapato – Imploraba el chory, tratando de que su padre no lo metiera a ala ducha con ropa y todo

Finalmente los ruegos fueron en vano y chory termino en la ducha con ropa y todo; como este no era la primera vez que sucedía, la mamá siempre le tenía preparado una “remuda” de ropa; lastima que esta vez el “chory” tuviera que asistir con sus “llanques” marca “good year” de cocada grande, ya que sus zapatos y zapatillas “North Star” estaban “shutitas”.

7:30 de la mañana, todos los alumnos se encontraban formando en el patio central del colegio, los rayos del sol, que a esa hora relucían, iluminaban las paredes del colegio y resaltaban más aún el blanco intenso de su color, mientras las golondrinas revoloteaban en el techo de calamina. Al frente de la formación se encontraba el señor Director y los profesores, quienes miraban serios a los alumnos; de rato en rato se veía a algunos de los profesores murmurar entre ellos, y esbozar una sonrisa disimulada; el Brigadier General comandaba la formación y la escolta del Colegio se aprestaba a mostrar su marcialidad mientras desfilaba en frente de los alumnos, para finalmente estacionarse, enfrentando a la formación, a un costado de los profesores.

Las sagradas notas de nuestro himno del colegio se dejaban escuchar:

¡Salve colegio querido!,
Dulce nido de amor y virtud,
Hoy entonamos este himno sagrado
Por el triunfo de la juventud……

Algunos somnolientos alumnos, aún adormecidos por la temprana hora, bostezaban y simulaban cantar; pero para esto, los alumnos de 5to. año que ostentaban la función de Policías Escolares, distinguidos por el cordón verde-amarillo que portaban, se acercaban sigilosamente y al no escuchar cantar el himno, propinaban un “varillazo” que quitaba el sueño y hacia cantar cual tenor de opera.

Más atrás, exactamente en el pasadizo de la entrada principal que da acceso al patio, se encontraban los alumnos “tardantes”, quienes formaban bajo la tutela de nuestros “entrañables” auxiliares de educación “chivito” y “vico”; si se pudiera proyectar una imagen de los rostros de estos alumnos, sería deprimente, pues todos se veían cabizbajos y preocupados; sabían que perderían una hora de clase y que durante ese tiempo cumplirían castigo físico en paga por su tardanza; el ejercicio predilecto escogido por nuestro buen “vico”, era la “marcha de patos” alrededor del patio principal del colegio y en otras ocasiones subiendo y bajando las escaleras que comunican el primer con el segundo piso del colegio (esto era dirigido especialmente para los reincidentes y más relajados).

En las formaciones de “tardantes”, casi siempre se repetían las mismas caras; en muchas ocasiones coincidían “el lapacho”, “el churrasco”, “la martina” (un compañero que fue galán de una paisana con ese nombre, y en cuyo honor se gano ese apodo), “el solín”, “el shelico” y por último “el chory” y “el torero”, pero estos dos últimos no es que llegaban tardíos, sino que sus camaradas de “palomilladas” antes mencionados, los obligaban a quedarse con ellos, deteniéndolos hasta que formaran los demás, o a veces por solidaridad con el grupo éstos se quedaban; además había días en que las clases de la primera hora o era aburrida o estábamos seguros de que “el bancuchallaya” nos tomaría examen oral, por eso preferíamos quedarnos y cumplir con el castigo físico. Bancuchallaya era el sobrenombre de un profesor al cual habían puesto los alumnos debido a que en sus clase siempre nos hacía leer un poema que él había compuesto, el cual se titulaba “bancuchallaya, por que te fuiste”.

Ya se imaginará amigo lector el “aprecio” que le guardábamos a nuestro buen “vico”, claro que el solamente cumplía la orden del Director, pero valgan verdades, el “chivito” era más bueno, comprensivo y siempre amigo de los alumnos; con esta aclaración, estoy seguro que comprenderá las “venganzas” que maquinamos para con nuestro amigo “vico”, una de las cuales narraré al final de este relato.

Una de las clases más esperadas era la de Ingles dictada por nuestra querida miss Amelia, y no era por que nos interesábamos en el idioma extranjero; en esa época no era tan importante como lo es hoy y además no nos importaba ni “michi” que “ table” signifique mesa, “pen” lapicero, “red” rojo y todo lo demás; nosotros estábamos mas concentrados en la terminología propia de la provincia y en el argot nacido en las canchas de “bulbito” o en los juegos de trompo, de bolitas, de cometa, de rum rum, etc.; como aquellas palabras que aún calan en mi mente y que en algunas ocasiones, en reuniones de trabajo se me salen involuntariamente: huilla, cashque, shirumbito, locro, ñacashca, llipinsho, pitcunga, quichasique, surshique, cuchnillo, muchillo, quishque, etc., etc.

Las asignaturas a dictarse ese día eran, ingles de 7:45 a 9:15 am, de 9:15 a 9:30 recreo, Biología de 9:30 a 11:00, Pre Militar de 11:00 a 11:45, de 11:45 a 12:00 recreo y las dos últimas horas (12:00 a 13:300) Literatura con nuestro estricto profesor “bancuchallaya, por que te fuiste”.

Las dos primeras horas lo pasamos de lo mejor, ese día la miss Amelia, a comparación con otros días, había venido sonriente. Hago un paréntesis para comentarles que había días en que nuestra entrañable “miss” venía molesta y esto era percibido por los alumnos ya que ella, faltando cinco metros para entrar al aula, renegaba y se le escuchaba pronunciar:

- Espero que me hayan hecho la tarea sopencos, porsiacaso voy a revisar cuadernos, so tira de zánganos, ayer domingo no he visto a ninguno de ustedes en la misa, ateos, panfilos, las mujeres tampoco han ido con esa su carita de “moscas muertas” son tremendas cucfatas, deben ir a orar al señor para que les ayude a salvar ese 05 que tienen incrédulos - Proseguía la miss, además de otras palabras peculiares que siempre se mantendrán en la memoria de nosotros sus “pupils”.

- Good Morning panfilos, prepárense por que voy ha revisar cuaderno – Decía mientras entraba en el aula y se aprestaba a llenar de dos a tres veces la pizarra con sus lecciones.

El “chory” como no le gustaba “cargar” sus cuadernos, le encargaba a alguna enamoradiza “buenamoza” y que andaba tras la conquista de este mozalbete, y que a manera de agrado ella cargaba con sus cuadernos; este peculiar personaje, en muchas ocasiones no se acordaba a quien le había encargado ya que éstas buenas guayachas, cual trofeo, conservaban los cuadernos del “chory”; situación que ocasionaba que llegado el momento de la revisión de cuadernos o rendir exámenes, no tuviera de donde estudiar; pero siempre estaba ahí su recordada amiga “camuchita” de “shihua”, cual chapulín colorado, le salvaba al momento de las revisiones de cuaderno de ingles, pues arrancaba la última hoja escrita donde la “miss” estampaba su firma y le prestaba para presentarlo como si fuera de él, esto no duró mucho tiempo ya que la profesora se dio cuenta y le costo caro su intrepidez.

Cuando por situaciones diversas no teníamos cuaderno de alguna asignatura, los “toribianos” solíamos arrancar hojas de otro cuaderno y escribir en ellas; ese día “chory” hacia lo mismo, hasta que la “miss” se percató.

- Oye “panfilo”, otra vez con tus hojitas, a mi no me vengas con esas tonteras, seguramente que después te vas al baño y te limpias el poto con esos papelitos, ¿donde esta tu cuaderno? - Pronunciaba algo molesta la miss Amelia.
- Me “olvidao” miss - Contestaba el “chory”.
- Tú con ese cuentito de que se me ha caído mi casa con el terremoto, ya me tienes “hinchada”, si no me presentas tu cuaderno te voy a poner 05 para que aprendas a traer tu cuaderno – Proseguía la “miss”, sin aceptar explicaciones, haciendo alusión a que el terremoto del ‘90 sufrido en la provincia, derrumbó la casa del “chory”

Pasada las desavenencias de la clase de Ingles, nos tocaba cumplir con la asignatura de Biología, esta vez el profesor más conocido como “buchón” debido a su protuberante barriga, un tipo serio y que no aguantaba “sonseras”, había dispuesto que lleváramos vegetales, especialmente cebolla, para poder observar las células con ayuda del microscopio; claro que esta vez todos cumplimos con la disposición del “profe”, pero por cosas de adolescentes las cebollas fueron utilizadas como proyectiles dentro del salón de clases, donde los más palomillas habían librado una “batalla a cebollazos”; finalmente los varones y muchas de las mujeres habían terminado sin su vegetal para el experimento.

El “profe” de Biología, algo molesto terminó sus clases, resignado por las explicaciones propiciadas por los alumnos, total la promoción era tan unida que conjuntamente varones y mujeres convencían al más reacio de los profesores, y de eso se encargaban nuestra agraciadas compañeras, quienes siempre tenían argumentos bajo la manga.

Luego del esperado recreo, venía la clase de Pre Militar y estaba a cargo de un Mayor de la Guardia Civil, de quien no recuerdo su apellido pero si recuerdo claramente que era esposo o pareja de una paisana de “Callejón”; lo peculiar de este policía era de que le gustaba usar pantalones ceñidos, pretendiendo quizá que se notara sus protuberantes nalgas, producto de las “ranas”, o “sentadillas” que seguramente hacía para ello; por esta peculiar forma de sus nalgas, los alumnos lo habíamos puesto como sobrenombre “lasteña” en alusión a una paisana que también tenia similares características.

Llegado el momento de la clase de Pre Militar, entró el profesor haciendo gala de su impecable uniforme, en automático los alumnos se pararon a saludarle con un resonante “Buenos días profesor”, seguido de una respuesta “Sentarse alumnos”

- Bueno, la clase de hoy son los símbolos patrios- Decía el profesor
- A ver alumno, dígame la tercera estrofa del Himno nacional – Prosiguió preguntando a uno de los asustadizos alumnos
- Este…este…¡Somos libres, seámoslo…… - Pronunció, sin terminar, debido a la interrupción del profesor.
- ¡Qué!, ¿somos libres?, ese es el coro “so gafo”, salga al frente – pronunció molesto el profesor.
- ¡Usted, parece!, ¿En qué se inspiró San Martín para diseñar nuestra bandera? – Proseguía preguntando el profesor
- En esos pajaritos de pecho blanco y alas rojas, parecido al quin quin – contestó algo temeroso este otro alumno.
- ¡Esta en algo, pero igual salga al frente!, ¡No es posible que no conozcan la historia de sus símbolos patrios, ni de sus héroes!, ¿quin, quin, que tontería es esa? – Pronunció el profesor, esta vez sí estaba molesto

Así continuo la batería de preguntas del profesor y la sarta de estupideces que respondían alguno de nuestros compañeros, lo que finalmente saco del quicio al Mayor GC, por lo que fue a pedir autorización para que los varones cumplieran castigo físico durante la hora de recreo, claro que él iba a dar el ejemplo haciendo las demostraciones de los ejercicios que teníamos que ejecutar.

El Director, enterado de lo sucedido con el profesor de Biología sumado a lo del profe de Pre Militar y a muchos sucesos propiciados por la gavilla de alumnos del 5to. Año, autorizó; esta vez se cumpliría el castigo en el patio central a vista y paciencia de los demás alumnos del colegio.

Al sonar la campana anunciando el recreo, iban saliendo los alumnos de todos los grados, los de las aulas del primer nivel así como los del segundo nivel del colegio; el profesor de militar con voz autoritaria dijo: ¡Salir a formar, el último paga con 20 planchas!; estas palabras fueron suficientes para que la “manada” de alumnos varones del 5to. año salieran corriendo.

La improvisada formación en el patio principal del colegio, había causado asombro a los alumnos de los demás grados, quienes se aprestaban a ver desde los balcones que rodea al colegio, lo que este grupo de seudos cachacos iban a hacer. El Mayor GC, al frente de la formación, daba las ordenes concisas.

- Ojo al guía, vamos a hacer 10 “planchas”
- Pucha mare, ahora si nos ca….., este “guardita disparate”, nos va a sacar el ancho – Pronunciaba alguno de los alumnos
- Uno, dos, tres, cuatro…..diez – contaba el profesor, mientras los alumnos hacían sus “planchas”.
- Ahora, a mi ejemplo, vamos a hacer 30 ranas – proseguía el profesor – Mientras se lucía de su condición atlética.

En ese preciso momento el profesor se puso en posición de ranas, pero como tenia el pantalón tan ceñido al cuerpo, se “rebano” la costura a la altura de su “retaguardia”, de lado a lado, dejando al descubierto el blanco medio “barroso” de su “calzoncillo” que hacía un perfecto contraste con el color verde de su pantalón; los alumnos que cumplían el castigo y los que estaban de espectadores irrumpieron en una burlona risa, lo que conllevó a que el profesor se levantara más pronto de lo que se había inclinado para luego de taparse el trasero con las manos dirigirse apresuradamente a las aulas y permanecer allí hasta que todos hubieran entrado nuevamente a los salones.

Esa fue la última clase de Pre Militar que llevamos con ese mayor de la GC, al parecer el suceso fue insuperable para él y lo apartó totalmente de las aulas; en su reemplazo vino don Lucho Puerta, otro policía de apacible mirada y de calmado hablar, y que además era papá de una de nuestras compañeras de clases.

A las 12:00 entraba a dictar su clase el no menos recordado profesor “bancuchallaya, por que te fuiste”, pero valgan verdades su clase era considerada por los alumnos como una de las más pasibles, tanto así que muchos de nosotros nos quedábamos dormidos encima de las carpetas, por eso ese día decidimos ir a unas clases particulares de natación, nada más y nada menos que en la “piscina del pueblo”, el río Leiva.

Hecho el acuerdo de no entrar nadie a clases ese día partimos todos juntos rumbo al rió Leiva, en el camino los más palomillas iban pasando lista.

- ¿Naty ?– preguntaba el que encabezaba el grupo
- Presente, como crees que voy a faltar - Contestaba nuestra recordada amiga.
- Chio - Proseguía
- Aquí estoy – Contestaba nuestra infaltable amiga de las “baquiadas”
- Yanina, Enith, Mayo, Rosita, Lindaura, etc, etc. – proseguían con la lista
- ¿Quién falta? –preguntó alguien
- ¡El Egner! – Contestaron casi a unísono, haciendo alusión a uno de los alumnos que debido a su sentido de responsabilidad, era el que siempre nos abandonaba en nuestras hazañas y prefería quedarse a escuchar clase (pienso que debe ser por las sublimes enseñanzas de su padre, un profesor de renombre; o quizá de miedo a la “maja” que recibiría después).

Luego nos enteramos que “Bancuchallaya” había dictado clase a este único alumno, y que todos los demás nos habíamos hecho acreedores a un 05 en conducta, por nuestra inasistencia a su cátedra.

Una vez en el río, disfrutamos de esa maravillosa tarde de sol, en el grupo habían alumnos que dominaban el arte de nadar, otros nos contentábamos con el “estilo perrito” y los que no sabían, se quedaban en la orilla maquinando cualquier palomillada que finalmente compensaría su ineptitud para el nado y las risas que sus demás compañeros disfrutaban en las calidas aguas del río Leiva.

- Chory, has traído truza – Preguntaba el solín
- Claro pue, si ya sabía que no iba a entrar a la clase del “bancucha” – contestaba
- Pucha yo no he traído, creo que me voy a meter “rucullita” – Decía otro de los compañeros.
- “Cachudo” has traído truza – Preguntaba el “martina”
- Que no va a traer si este “cebudo” en vez de calzoncillo usa esa truza negra que nunca se quita, segurito que si se saca de ahí sale “quesillo” – Contestaba otro alumno, mofándose de su compañero “Cachudo”.

Como siempre nuestro querido y recordado compañero “lapacho”, quien era uno de los que no sabía nadar, se había quedado en la orilla y se aprestaba a cometer una más de sus acostumbradas palomilladas.

- ¿Cómo los friego a estos “grajientos”? – Pensaba en silencio
- Ha, ya sé…- Pronunciaba luego de habérsele ocurrido una idea peculiar.

Los demás compañeros, sin presagiar de lo que estaba haciendo el “lapacho”, seguían disfrutando de su tarde entre zambullidas y nado; al percatarse que las horas avanzaban, salieron del río y se dirigieron hacia donde habían dejado sus ropas; grande fue su sorpresa cuando encontraron que todas estaban sistemáticamente amarradas entre si y que los nudos no eran fáciles de desamarrar; no es mentirles si les digo que nos demoramos más de una hora en desatar nuestras vestimentas, lo que es más, no habían algunas prendas; “el lapacho” se había dado la molestia de esconderlas.

- Este “conche su vida” del lapacho nos ha “fregao” – decía uno de ellos
- Hay que decirlo a su papá – Pronunciaba otro de ellos
- Estas coju…., si lo decimos se va a dar cuenta que nos hemos “tirao la vaca” y nos castigan – contestaba alguno de ellos.

Cuando finalmente logramos desatar nuestras ropas, algunos se fueron contentos, otros tuvimos que partir hacia nuestras casas con algunas prendas menos, pero la maldición que lanzamos ese rato al “lapacho” hasta ahora lo ha de estar acompañando (cosas de adolescentes).

La razón por la que salimos apresurados era por que horas mas tarde se venía un “fiestón”, nada más y nada menos que en nuestra discoteca particular, la casa de Yanina, vivienda que casi siempre era utilizado para los festejos de los cumpleaños o cualquier otro que organizáramos. Ese día se festejaba el cumpleaños de nuestra anfitriona Yanina, y de todas maneras había que homenajearla y llevarle su regalito.

No estoy seguro, pero creo que mi regalo fue un jaboncillo Nivea envuelto en papel de regalo, total no se daría cuenta ya que lo pondría junto a los demás presentes y no sabría quien había sido el que lo dio tan particular obsequio; además ese día muchos coincidieron con mi idea y fueron tantos los jaboncillos que seguramente Yanina hasta ahora tendrá con que jabonarse su blanquecino cuerpo.

La hora pactada para la reunión fue las 4:00 de la tarde, los concurrentes iban llegando luciendo sus más impresionantes atuendos, era una fecha especial y había que lucir nuestras mejores prendas; el “churrasco” llegó con su zapato “Rinok” “linchesito”, su camisa “chalis” y su pantalón “Tooper”, marcas que en ese entonces daban la hora; igualmente el “solin”, el “martina”, que ahora es marino mercante el ñacashca (para que sepan a quien me refiero), y el “cachudo” (a quien cariñosamente lo llamábamos así por su parecido a un señor que ostentaba ese sobrenombre) llegó con sus zapatos “para niño talla 42”. El “chory” que para esta ocasión no contaba con zapatos disponible ya que como los narre líneas arriba su papá lo había metido a la ducha con ropa y todo, tuvo que convencer a su madre para que le comprará uno nuevo, el problema fue que en ese momento la única tienda que vendía zapatos era la de doña Zenobia y no contaba con uno de su talla; finalmente se decidió por uno de color “jaspeadito” de una talla menos a la de sus pies, pero la ocasión ameritaba el sacrificio, claro que después lamente largamente, ya que las “ampollas” que me había sacado conllevaron a que los posteriores días asistiera a clases en sandalias “hawaiana”.

Mientras disfrutábamos de la música, iban sirviendo el suculento “piñachao”, preparado con bajo alcohol exclusivamente para los concurrentes, el “entablao” con el cual estaba construida la sala improvisada como salón de baile, rugía al compás de la melodía emitido por el potente minicomponente marca “Panasonic”.

- Ya pues saquen a bailar cobardes, no parecen hombres – Nos decían nuestras compañeras, invitando a bailar a los varones, quienes se habían apilado a un costado del salón, esperando que el alcohol haga efecto y nos de esa osadía para lanzarnos a sacar pareja.
- Ya pe “chory” sácale a la “chio”, yo le saco a la Yanina – Decía uno de ellos, herido en su honor varonil.
- Da roche, espérate un ratito más- Contestaba el “chory”

Finalmente pactaron para que todos en grupo sacaran sus parejas, ya que nuestras amigas, azuzadas por nuestra entrañable Naty, se habían puesto a bailar entre ellas, y nosotros como buen huayachos que somos, no podíamos permitir eso.

Como olvidar esas canciones de moda “lluvia” “El cariño es como una flor”, “Sopa de caracol” y todas aquellas tocadas por los grupos musicales del momento “Magneto”, “Willy Rivera”, “Juan Luis Guerra”, “New Kids on the block”, entre otros. Estábamos tan juntos bailando entre parejas que fácilmente se escuchaba cuando un compañero entablaba una conversación con su pareja, tratando de cortejarla:

- ¿Cuánto te has sacado en Lenguaje? – Decía el solín tratando de romper el hielo con su pareja.
- Catorce – Contestaba ella
- Ah, me has “ganao” por cuatro puntos – Proseguía el solin
- ¿Y que vas hacer mañana? – Preguntaba otro de nuestros aspirantes a Don Juan.
- Ir a clase pue opa – Contestaba tajantemente la “chucara” de su pareja
- Verdad no, estamos lunes – Decía el primero, ante tan cortante respuesta, mientras levantaba la mirada al techo tratando de disimular el “roche”
- Chao el churrasco “yasta” que le enamora a la “chio” creo – Decía nuestra amiga Naty, al ver al “churrasco” lucirse con su peculiar movimiento de caderas y hombros, cuando bailaba salsa.
- Mira como baila el “cuchnillo”, parece que esta pisando cucaracha – Se mofaban alguno de los alumnos, al ver los ademanes que hacia este personaje, tratando de coordinar sus movimientos.

Así transcurrieron las horas y se aproximaba a dar las 8:00 de la noche hora en que la fiesta se debería terminar, pues al día siguiente teníamos que asistir a clases.

- Ponlo ya esa salcita bacán, - Pedían los varones, solicitando aquella canción que era casi un himno en ese entonces
- ¿Cuál? – contestaba Yanina
- Chao lo que se hace la opa, esa del fruto prohibido – Contestaba el chory
- Ya ahí esta – Respondía nuestra anfitriona, luego de seleccionar la tan pedida canción.

“…. Comí del fruto prohibido dejando el vestido colgado de nuestra inocencia….”, se dejaba escuchar esta canción de antaño que hasta hoy cuando lo escucho me remonta a esa época inolvidable.

Al escuchar la música de esa salsa, los varones “a quitadas” se “lanzaron” a sacar a bailar a sus parejas previamente preseleccionadas; la razón era que esa salsa era tan pegajosa y permitía tener a tu pareja más cerca que lo acostumbrado y este sólo hecho nos transformaba en unos galanes a la busca de las “chucaras” de nuestras compañeras, tratando de cortejarlas y arrancarle aunque sea una sonriza. Esto lo podría parecer un poco cursi, pero en esas épocas, algunas de nuestras compañeras eran tan serías que el arrancarles una sonrisa era todo una proeza, o no es así “Mayo”, “Lindaura”, “Mary” (bien por ustedes chicas).

Terminada la fiesta, el grupo conformado por “chory”, “shelico”, “el martina”, “solin”, “churrasco”, “torero”, “cachudo”, dicho de otra manera, los mismos “ñacashcas” de siempre; se habían puesto de acuerdo para vengar las horas de esfuerzo físico y las gotas de sudor derramadas en el patio de honor de nuestro colegio, propiciadas por el inolvidable “Vico”, esta vez, se dirigirían al colegio en horas de la noche, para cumplir con su cometido; el resultado de su hazaña se vería al día siguiente.

Mientras en algunas de las aulas dictaban clases a los alumnos de la nocturna, el grupo de amigos esperaban pacientemente a que llegará la hora de salida, si no me equivoco era a las 10:30 pm.

Una vez que se fueron todos los alumnos, uno tras otro se colaron por la ventana posterior de la que era su aula.

- Chory “hasme” patita de gallo – Decía el “solín” pidiendo a que el “chory” para que le ayudará a subir
- Shiiiit, callense la “jeta”, no hagan bulla que nos va a oír el guardián – Decía uno de ellos, preocupado por hecho de que debido al ruido el guardián del colegio podría descubrirlos.
- No está, yo le he visto que se ha ido “planiando” con una alumna de la nocturna – Contestaba otro de ellos, aduciendo a que había visto al guardián acompañar a una alumna a su casa.
- Ya, hagan “shunto” con las mesas y las sillas y arrímenle a la puerta – Decía otro de ellos.

La intención que tenían estos “pistachos” era juntar las mesas y las sillas, arrimándolo hacia la puerta, de tal manera que al día siguiente cuando viniera el auxiliar a abrir, en este caso el “vico”, y como la hoja de la misma se abría hacia fuera, todas las mesas y sillas cayeran sobre él.

A la mañana siguiente, la “collerada” de amigos fueron los primeros en llegar al colegio, ya que “el vico” siempre habría las puertas de las aulas antes de la formación, y por lo tanto querían disfrutar del momento preciso en que las sillas y mesas se derrumbarían sobre él.

Muy bien posicionados estos “llipinshos” en el pasadizo del segundo piso del colegio, esperaban la hora en que el auxiliar se aproximara a abrir la puerta.

- Ahí va, el “vico”, ahorita se va hacer un “chupo” en su cabeza cuando le golpee las sillas – Decía uno de ellos
- Ojala le malogre su “trompa” – Decía otro

Sin presagiar el momento “vico” insertó la llave en la chapa de la puerta y jalo de la manija, luego el arrumo de mesas y sillas se desparramó sobre él, quedando al medio de todo el desorden.

El chivo corrió a ayudarlo, mientras los patrocinadores de esta macabra palomillada celebraban desde su ubicación; “vico” luego de levantarse y reponerse del susto y el golpe, “sobandose” la cabeza buscaba con la mirada a los posibles autores del hecho, observando fijamente al grupo de amigos que en ese momento celebraban lo sucedido.

- Ja, ja, ja, así te quería ver “desgraciao”, por todas las que nos has hecho sudar y por hacernos doler nuestras “canillas” de tantos “patitos” – Decían los palomillas.

Vico algo repuesto y herido en su amor propio, se acercó hacia ellos y lanzó una advertencia.

- Cuídense no mas “conche sus vidas”, por que la próxima vez que lleguen “tardantes” les voy a matar a puro patito.
- Ya no “cumpita”, esta ha sido la última vez que nos has “agarrao” de opas…. – Contestaban algo burlones la “collerada” de alumnos.

Esa fue la última vez que estos “ñacashcas”, “grajientos”, “llipinshos” y “surshiques”, llegaron tarde a formación, por lo que nuestro hoy recordado “vico” no pudo cumplir con su amenaza.

2 comentarios

Anónimo -

EXACTAMENTE AMIGO JOSE LUIS, LA FOTO FUE TOMADA EN EL AEROPUERTO Y CUANDO TENGA LA OPORTUNIDAD DE COMUNICARME CON CALIN LO DARE TUS SALUDOS

jose luis -

de seguro una bonita anecdota, pero sacame de una duda, lo foto que aparece en pantalla ¿fue tomada en el aeropuerto? porque asi parece y ademas dale mis saludos al calin cachudo cuando lo veas