UNA TARDE DE PESCA: LA COLADA
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Bagre que se pesca en los ríos del valle
Una más de las tradiciones de mi querido valle es la pesca, y existen diferentes maneras de realizarla: mediante anzuelo, colada (que no es otra cosa que la pesca mediante canastas en temporadas bajas de los ríos), “garrlito”, trinchera, con barbasco, ensuciando el agua, dinamita, etc.
De las formas de pescar anteriormente descritas la utilización del barbasco, dinamita y ensuciado del agua, eran métodos perjudiciales ya que mataban indiscriminadamente a peces grandes, chicos y hasta los huevos; es por eso que fue prohibido su uso.
En esta oportunidad contaré una historia sobre “la colada”, que no es otra cosa que la pesca utilizando canastas, las cuales se sumergían en las aguas de los ríos poco profundos y en épocas del año que presentaban menor caudal. El método utilizado consistía en meterse a las aguas del río poco profundo, recorrer sus riveras sumergiendo las canastas una y otra vez entre los arbustos que crecían al ras de las aguas, levantar la canasta de tal manera que al ecurrirse el agua dejaba al descubierto los “bagres”, “huamanes”, “cojines”, cangrejos y hasta “platiaos” que habían caido atrapados.
Para esta historia, esta demás decir que con el afán de darle un matiz netamente huayacho, los personajes serán íntegramente cambiados y el lenguaje utilizado tratará de ser netamente original. La historia comienza así:
Es un fin de semana, tranquilo como cualquier otro, las primeras horas de la mañana transcurren lentamente, doña Esperanza y don “isha” se ha despertado a las cuatro de la mañana y desde esa hora los acompaña su radio marca internacional de cuatro pilas (si es Rayovac mejor aún), la emisora que suena en esos momentos es “Radio Huancabamba” “La voz de las fronteras” o de alguna emisora ecuatoriana que deja escuchar hermosos “san juanitos”; nuestros aludidos permanecen en silencio y de rato en rato se escucha un dialogo entrecortado:
- ¿Qué hora será?, preguntaba doña Esperanza
- Creo que van a ser las cinco, todavía no habla el “brujo de las guaringas”, ese “mentecato” tiene su programa a las cinco en “puntito” y para engañando a todos esos “opas” que creen en brujerías y cochinadas – Contestaba don isha.
- Ah ya, ojala que a las cinco y media “aclarare” para levantarme a preparar el “ampesito”, “malaya” que se “acabao” el “cafcito” – continuaba doña Esperanza
- Si “vieja”, hay que levantarse temprano para preparar las “pescadoritas”, las “shicras” y “talegas”, antes de que nos gane ese “bolsudo” del “cashpete” y la cuma Rita – decía don isha al referirse a los instrumentos que utilizaría para la “colada” que habían planificado para ese día.
Así dieron las cinco y media de la mañana, la penumbra de la noche había dado paso a la claridad del día, los “fios”, “panperillos”, “huataracos”, “angusas” y toda clase de avecilla mañanera dejaban escuchar su alegre trinar y anunciaban que ese iba a ser un hermoso día. La pareja de esposos se aprestaron a levantarse; doña Esperanza se dirigió a la cocina, agarró su hebra de “bagazo” para prender la “tuchpa”, lavo su pedazo de “chancona” para endulzar el “ampe” y “trozó” un pedazo de cecina y “chuscarra” que se encontraba colgando de su “poyo” y que asaría en las brazas que empezaban a ponerse al rojo vivo; ese sería el desayuno elegido para esa mañana, claro que además se le acompañaría con “llapchita” y “comida” (yuca y plátano verde cocinado) recién hechos; además estos potajes deberán hacerse en cantidad suficiente para el desayuno y para el “friambre” que servirá de almuerzo.
Por su parte don isha se ha dirigido al potrero, distante a unos minutos de la casa, a “rodiar” y dar “gramalote” y sal al toro “bermejo” y al “barroso” que amanecieron amarrados en ese lugar; el frío de la mañana se deja sentir, la escarcha aún esta sobre las hojas de los árboles y sobre la “grama” del potrero, las gotas de rocío, cual cristales, cuelgan de las telarañas tejidas en las ramas del “toje” o la “chichca”; el “resuello” fluye desde la “panza” y sale por la boca de don isha cual bocanada de humo de un cigarrillo; de similar manera los toros al “rumiar” dejan escapar su “resuello” que lentamente se evapora al volar hacia las nubes.
Uno a uno se va levantando la familia completa de doña Esperanza y luego de lavarse la cara con “aguita” de “chorro”, ayudados por un “pate” a manera de pocillo, se frotan frenéticamente las manos cerca de la cara y resoplan con la intención de calentarlas y atenuar el airecito frío de la mañana. Luego se dirigen a la cocina, donde doña Esperanza sopla la “tuchpa” con la intención de atizar la candela y apurar la cocción del “ampecito”.
Como siempre, el último en levantarse es el “Chory” (como será de “quilla” este “llipinsho”, que había que mojarle “shutito” en su cama para que se levante); pero ese día, entusiasmado por la pesca, el Chory se levanto sin ayuda y no fue necesario echarle agua para ello.
- “Traiganme” una “raja” de leña para atizar esta candela – Decía doña Esperanza dirigiéndose a los que se encontraban en la cocina junto a ella
- A quien “diseste” abuelita – Preguntaba el Chory a doña Esperanza
- A cualquiera de ustedes “araganotes”, “quillas”, dejando de “mentecatear” apúrense en traerme una “raja” de morocho que ya se me hace tarde – Contestaba doña Esperanza ante la pregunta del Chory
Presuroso el Chory se dirige a tras de la cocina, donde se arruma la leña y el bagazo, coge una “raja” y regresa donde su abuela Esperanza.
- “Queps” “mas traído”, habiendo un “shunto” de morocho me “trais” “itil” quieres que me enronche creo y encima está “mojao” – replicaba doña Esperanza al recibir el trozo de leña que había traído su nieto
- Mejor voy yo misma, este “quilla” ni para escoger leña vale – murmuraba doña Esperanza algo molesta y se dirigía a traer leña.
- Así se escoge “ve”, este arde “chumita” – replicaba doña Esperanza mirando al Chory y mostrando la “raja” de morocho que recién acababa de traer.
- Es que usted es “capazote” pe abuelita, “conoste” “arrto” de leña.
Una vez hecho el desayuno, toda la familia se aprestaba a servirse, en la mesa la yuca y el plátano verde recién cocinados dejaban escapar ese “humito” característico que juntamente con la cecinita y la “cuchicarita”, nos hacía suspirar y “aguar” la boca. Esa vez para mejorar aún más el potaje, cuatro choclos parados en las brazas y arrimados a las piedras que formaban la “tuchpa”, se estaban soasando para acompañar los potajes.
Mientras doña Esperanza estaba sacando la cecina de las brazas y poniendo en un plato para luego repartirla, el Chory que no se aguantó más cogió un “pitsito” de cecina, arrebato que fue descubierto por su abuela.
- Este “grajiento” “illunsho” no puede esperarse a que lo sirvan, “yasta” que “rroba” el “illo” – decía doña Esperanza al descubrir al Chory coger la cecina.
- Un “pitsito” no ma abuelita, de mi “parrte” que me corresponde, además se me estaba haciendo “agüita” la boca – decía el Chory justificando su acción.
- Ya “vayaste” a sentarse tranquilito que “ahorita” lo alcanzo su “rración”– contestaba la abuela.
Una vez terminado el desayuno, al salir de la casa se dieron cuenta que el Chory, se estaba poniendo rojo.
- “Oite” ¿“Queps” le pasa a este “simplón”? ta todo “colorao” su cara – preguntaba doña Esperanza al ver a su nieto con la cara roja.
- Creo que sa “empachao” de tragar tanta cecina y cuchicara – Decía la mamá del Chory
- “Averr” dejame ver – Decía la abuelita examinando el rostro del Chory
- “Ay amito” a este le “agarrao” el “itil”, este “bolsudo” en vez de traerme morocho me trajo ese “itil”, ese es lo que le ha “pasao”; “traime” el “huashpaicito”, un poco de sal y hojas de chamico para frotarlo que “ahorita” se le pasa – Decía doña Esperanza confiada en que su poción mágica iba a remediar el enroncahmiento que estaba sufriendo el Chory.
Luego de hacer un brebaje mezclando el aguardiente, sal y el chamico, doña Esperanza tomo dos bocados y sin pasarlo le calentó por unos segundos en su boca y al estilo de esos que dicen ser “curanderos”, sopló rociando la cara, brazos y piernas del Chory; quedando este palomilla “shutito” como pollito “mojao”.
- “Yasta” con esto santo remedio, pero este “sinvergüenza” ya no puede ir a la “colada”- Decía doña Esperanza indicando que el Chory ya no iría a la pesca.
- No pue abuelita, no “seaste” malita, yo que culpa tengo que ese “itil” “grajiento” “concha su vida” me haya “enronchao” – Decía el Chory suplicando a su abuelita para que lo lleven a la pesca.
- “Callese” “bolsudo”, “dejeste” de estar hablando “sonseras”, ya he dicho que no vas a ir – Contestaba doña Esperanza a las suplicas del Chory.
- Si no me dejaste ir no le voy a acompañar a la misa el Domingo – Decía el Chory amenazando en caso no le llevaran a la pesca.
- No me importa, total me voy con mi “gringuita”, además la otra vez que fuiste casi se cae el “cristito” de molesto por que un “shapingo” como tu entro a su iglesia – Decía doña Esperanza indicando que sería la hermana del Chory quien lo acompañaría a la misa de domingo.
Si usted amigo lector ha leído las historias anteriores publicadas por el Soldado Amazonense, se habrá dado cuenta que el Chory era uno de esos tipos pícaros y que artilugios para convencer a sus interlocutores no le faltaban, pues bueno, esta vez también logró convencer a su abuela de que le llevara a la pesca.
Mientras iban camino a la “banda”, allá donde se encuentra el río Puquio, don “Shego” uno de los tíos del Chory, cogió una hoja de naranja, la colocó entre sus labios y soplando entonó una “diana” que estaba de moda; don isha contagiado por la música empezó a silvar y a seguir el ritmo; el Chory que no quería quedarse a tras, comenzó a imitar el sonido que hace el “bombo” al ser golpeado.
Transcurrido más o menos media hora, llegaron al río y se aprestaban a comenzar la faena de pesca, don “isha” y los varones (menos el Chory) se despidieron de las mujeres y se dirigieron a las invernas a “rodiar” los ganados ya que ellos, por trtadición, no participaban de las “coladas”, sólo las mujeres realizaban estas faenas.
La “colada” estaba por comenzar cuando de repente doña Esperanza se percató que el agua estaba un poco sucia.
- “Pucha” creo que ya nos “fregaron”, parece que la “Cuma” Olga nos a “ganao” y todo por “demorones”, este “sursique” tiene la culpa por enroncharse con el “itil” – Decía doña Esperanza al ver el agua turbia y dirigiéndose al Chory.
- Bueno yo quiero la “coladerita” chica -Decía la mamá del Chory.
- Para mi la que esta más “tupidita” – Decía una de las tías del Chory
Luego de repartirse las canastas con las cuales pescarían, se sumergieron en el agua e iban explorando y sumergiendo sus canastas por ambas riveras del río, especialmente en los “poyos” formados por las “champas” que crecían en las orillas.
- “Añañao”, “barbaridad”, mira este bagrezazo “buchesapa” que ha caído, “tray” la talega rápido para ponerle antes de que se “safe” –Decía el Chory al haber pescado un bagre con su canasta.
- “Oite”, que bacán, he “sacao” un cangrejo- Decía una de las tías del Chory
- ¿Qué es “colorao” o negro? –Preguntaba el Chory
- “Colorao” – Contestaba la tía
- Ah, ese no vale, ese es “caquero” los buenos y “rinquindicimos” son los negros –Indicaba el Chory, afirmando que el color del cangrejo, según lo que le contaba su padre, éste comía excremento
- “Que pes” “sabeste” usted “badulaque”, ¿Quién “mentecato” la “sonsiao” diciendo que esos cangrejos son “caqueros” –Imponía la voz de la experiencia de doña Esperanza, experta en esos menesteres de la pesca.
- “Chao” la abuelita ha amanecido con su “luna”, de todo se molesta –Decía el Chory al escuchar la voz de su abuela
- Ya “calleste” “eteco” y salgaste de ese “lao” del río que esta hondo; no vaya ser “mala laya” que se ahogue y tenga que sacarle de su “copetito” –Decía la mamá del Chory indicándole que no se metiera por el lado profundo del río.
La pesca que venimos narrando, se realizaban en los meses del año en que el caudal del río bajaba considerablemente, es por es por eso que el peligro de morir ahogado con esa cantidad de agua era casi nula.
Bueno así transcurrían las horas y la familia de doña Esperanza ya habían logrado pescar una regular cantidad de “bagres”, “cujines”, “huamanes”, “platiaos” y cangrejos; doña Esperanza mirando al cielo dice:
- El sol está en “medio cielo”, ya deben ser las doce, vamos a salir a comer y a “oriarnos” un poquito, no vaya ser que tanto estar en el agua como patos, nos vayamos a “curparr” o entumir.
Esta forma de calcular la hora, observando como avanzaba gradualmente el sol en el cielo, era tan efectiva que pocas veces se equivocaban los huayachos, además les servía para identificar la hora de almuerzo, cena, culminar las faenas del día antes que oscurezca, etc.; el problema surgía en los días nublados o lluviosos, ahí era cuando esta forma natural de calcular las horas fallaba, pero para eso tenían su potente reloj “zeico”, “nivada”, “Citizen” o las emisoras radiales que durante sus programaciones iban dando la hora y que eran escuchadas en las “raditos” marca Internacional con estuche de cuero.
El fiambre se llevaba en una “cashque” o en una “porta vianda” metálica pintada de color blanco, de tres cuerpos, estas eran clásicas entre las familias huayachas, especialmente entre las más pudientes; bueno, en esta oportunidad, por la cantidad de comenzales, se habían utilizado las dos. El “fiambre” estaba hecho a base de “llapchita” con frijolito, su trozo de cecina y “cuchicara”, un mantel envolvía la “cashque”, atándole para evitar que se derramara su contenido; doña Esperanza luego de ubicar una zona plana del terreno, coloca la “chashque” al centro, desata los nudos del mantel que envuelve la misma y lo extiende, luego los comensales van sentándose alrededor del mantel mientras doña Esperanza va repartiendo el “illo” y la “llapchita” a cada uno de ellos.
Estaban concentrados en “llushpir” la cecina y la “cuchcarita”, que solamente unos ruidos cercanos provocados por algún vecino o animal oriundo que al pisar la hojarasca o ramas secas hacía, los saco de su concentración.
- Shiiiiit, callence, creo que alguien se acerca – Decía doña Esperanza al escuchar los ruidos.
Todos se habían quedado en silencio, con la boca llena y dejaron de masticar la “llapchita” que tenían en la boca, con la intención de escuchar de donde provenían los ruidos y quien los provocaba; solo nuestro amigo el Chory seguía masticando frenéticamente, tratando de suavizar el “ñiervo” que le había tocado como parte de la “presa” entregada por su abuela.
- “Oite” “laparrinrre” sinverguenza” no hagas “rruido”, no “oigo” quien viene –Decía doña esperanza casi susurrando al reprender al Chory
- Ya, ya abuelita, no se “molestes”, que culpa tengo que esta “cuchicara” sea de chanco “polanchino” y viejo; además usted mala gente “me haste” dado purito “ñiervo” –Contestaba el Chory a su abuela.
- No es gente, “yacu percote” o “picur cuche” parece que fuera –Decía la mamá del Chory indicando que los ruidos eran provocados por algún animal y no por personas.
Continuaron disfrutando su “fiambre” cuando de pronto se dejo oír una voz.
- Au, cuma Esperanza “veaste” donde lo encuentro, ¿“haste” venido a “colar”? –Decía doña Rita que acababa de aparecer en al escena y venía con su cuma “Josfina” y dos de sus hijas a sumarse a la faena de pesca.
- Chao cumita, me “haste” olido donde estoy, vengaste le convidare un “pinchito” de mi fiambre –Contestaba doña Esperanza, disimulando su disconformidad por la “competencia” para la pesca que acababa de aparecer en escena.
- “Noste” “moleste” cumita, aca he traido mi “tucshillito”, voy avanzando más arriba más bien –Contestaba doña Rita mientras se aprestaba a continuar su camino.
Apenas desapareció doña Rita, doña Esperanza, cual corneta militar que manda a formación, dejo escuchar su voz.
- Levántense todos, ya vino esa “bancosique” “tiluma” de la Cuma Rita y piensa ganarnos en “colar”, pero que se habrá creído, no sabe que en estas cositas nosotros somos “capazotes” –Decía doña Esperanza apurando a su gente para que dejen de comer y se levanten.
- Chao la abuelita, parece “cachaquito” no nos deja ni “tragar” –Decía el Chory mientras luchaba con su “niervo” tratando de suavizarlo y comerlo
- Ya callaste “badulaque” y “levanteste”, camineste como a comer –Replicaba la abuela al Chory
- “Que pes” piensaste que soy “quishque” pa comer caminando –Contestaba el Chory algo molesto.
- Quítese de aca “quishque” “arpasique” -Vociferaba el Chory apartando con su pie del camino a su fiel compañero, su perro “guardían”, mientras continuaba masticando su “cuchicara”.
El sol estaba radiante ese día, el azul del cielo hacía contraste con las pocas nubes que surcaban el firmamento mendocino, doña Esperanza y su familia se aprestaban a entrar nuevamente al río para continuar con la “colada”; uno a uno fueron metiéndose al agua encabezados por doña Esperanza y como siempre al último iba nuestro querido Chory. Todos habían ingresado al agua menos el Chory, hasta que la voz de la mamá de este “llipinsho” se dejó escuchar.
- “Oite” sarnoso que esperas para “samparte” al agua –Decía la mamá
- “alalay” mamacita hace frió, además recién he “tragao” y me puede dar calambre a mi panza –Contestaba el Chory entrecruzando sus brazos y haciendo el ademán que hacen las personas cuando sienten frío.
- “Mireste pue” como se “curpa” este “dañiau”, en tremendo solazo y dice que siente frió este “friolento”, apúrese “caracho” no esperes que te “chicotee” sinvergüenza –Decía la mama del Chory exigiendo a éste para que se metiera al agua.
- Chao mamá “rrenegona” como la abuela es; ya, ya, me voy a meter pero si me “acalambro” y me muero tu tienes la culpa ah –Decía el Chory señalando a su mamá
- Conmigo no me metas “malcriao”, “ishpasique”, que se “habraste” creído pa venir a compararme con tu madre, “sinverguenza”, respeta a tu abuela sino ahorita “vastea” a ver cuando le “orejee” –Contestaba la abuela del Chory, por haberle comparado con la mamá de éste.
- Aburro hoy, toditos me atacan, mejor no hubiera ido con el abuelo “isha” o me hubiera quedado tranquilito en la casa –Murmuraba el Chory sintiéndose victima y lamentándose por haber ido a la pesca
Calmado los ánimos y reanudada la paz entre los presentes, la pesca se desarrollaba de lo mas normal, conforme iban avanzando río arriba, cada vez que metían las canastas y no lograban pescar algo, doña Esperanza culpaba a su cuma Rita, quien les habría adelantado en pescar en ese lugar.
- “Añañau” “ aburro” oite, algo hay aquí adentro, parece grandazo y “buchón” –Decía el Chory metiendo su mano dentro del agua e indicando que algo había agarrado.
Tanto fue la alegría del Chory y el escándalo que hizo por haber agarrado algo grande dentro del agua que todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y volvieron la mirada hacia éste, para esperar a que saque aquel “bagrezazo” que había agarrado y que aún luchaba por sacar a flote.
Un silencio sepulcral se apodero del momento, todos estaban calladitos, sólo el Chory jadeaba de rato en rato luchando por sacar a ese enorme “bagrezazo” que tenía entre las manos y que aún permanecía bajo el agua; más arriba doña Rita también había escuchado lo que estaba pasando en ese momento y junto a su Cuma “josfina” y sus dos hijas se habían acercado a mirar lo que sería la pesca del día.
- No quiere salir este “condenao”, parece que es grandazo y debe estar llenito de huevos por que “le agarrao” su “buche” y está “ñupito” –Decía el Chory mientras dejaba ver una sonrisa victoriosa.
De pronto hizo un último esfuerzo, jalo con fuerza y triunfante levantó su presa hacia los cielos cual trofeo para mostrarles a los presentes, y cual musical de anuncio que antecede a la presentación de los ganadores, tarareo una música esbozando una sonrisa.
- Tararam, tararam, aca está señoras y señores, el “buchezapa”, el bagre más grande que hayan podido ver sus ojos, aplaudan al capazote del Chory –Vociferó el Chory mientras dejaba ver una sonrisa victoriosa.
- Ese es mi muchacho “caracho”, y decían que era un “dañiau”, que no podía “colar” –Decía orgullosa la mamá del Chory mientras se apresuraba a abrazar a su vástago.
- Hay hija, que “opa” me has “resultao”, como se ve que lo quieres a este “araganote” “badulaque”, cuando has visto que los bagres tienen patas y cuatro todavía – Decía la abuela del Chory dirigiéndose a la mamá de éste y señalando a la presa que tenía entre las manos el Chory.
- Hay mamacita linda, “mireste pue”, tremendo sapazo que ha “agarrao” este “posheco” “mentecato” y nos quería hacer creer que es bagre, bota esa cochinada y lávese bien las manos que le va a salir “ticte”, cochino, asqueroso –Replicaba la madre del Chory al darse cuenta que en vez de bagre era un sapo lo que éste sostenía entre las manos.
Un arrebato de carcajadas se dejo escuchar por la tremenda pesca que acababa de hacer el Chory, y esa tarde, nuestro humilde palomilla se coronó como el bufón del día.
El entusiasmo del Chory por pescar su “bagrezazo” había sido tan intenso que sólo había atinado a levantar las manos y a observar la reacción de los presentes, sin constatar siquiera lo que había pescado, por lo que recién cuando su madre le dijo que era un sapo y no un bagre lo que tenía entre las manos, levantó la mirada para ver lo que traía entre sus manos y vio la enorme panza blanca y esos ojazos del sapo que miraba fijamente al Chory y que al respirar parecía burlarse de su opresor.
- Que “chuma” paso, por mi “marecita” que era un bagre antes de sacarle del agua, seguro que esta “encantao” –Decía el Chory tratando de convencer a los presentes que el sapo antes de salir del agua había sido un bagre.
- Déjate de hablar sonseras so “opashcón” que crees que somos “gafos” o qué –Decía la mamá del Chory
- Tu no me apoyas mamita, además mejor que haya sido un sapo y no una víbora lo que he “sacao” –Decía el Chory tratándose de dar animo.
Ustedes podrán comprobar amigos lectores la capacidad imaginativa de este “llipinsho” del Chory que quiso hacer creer a los presentes que el bagre estaba “encantao” y que al salir del agua se había convertido en sapo; me imagino que habrá sido producto de los cuentos de hadas narrados por los profesores durante su época escolar; pero para variar, antes de soltar al sapo, el Chory zambulló una y otra vez a este animal al agua, para ver si se convertía nuevamente en bagre; ingenuidad supina de este palomilla de esquina.
Luego de haber pescado una cantidad regular, la familia de doña Esperanza, doña Rita, “josfina” y todos los que acudieron a la “colada”, recogieron sus cosas, armaron su “quipe” y tomaron los caminos que les llevaría de retorno a sus casas.
Una vez llegado a casa, doña Esperanza dejo su “quipe y saco la “cacerolita” para “despepitar” (desbuchar, desvicerar) todo lo que habían pescado ese día; luego los bagres más grandes se escogerían para hacer un caldo o secarlo y los más pequeños serían utilizados para hacer el “tortillao”; de rato en rato miraban al Chory y al acordarse de su sapo-bagre ponían a reírse y a burlarse de éste; pero como el “taitito amito” es grande, esa tarde el bagre más grande fue para él, el cual luego de “salarlo” un poquito lo soaso en la braza y saboreo esta exquisitez “llushpiendo” hasta el último huesito, con decirle que ni los “bigotes” del bagre se salvaron.
Para finalizar, es oportuno agregar que la “colada” se organizaba entre familias y de esta faena, mayormente, participaban las mujeres, pero no ra raro ver que los esposos o varones de la familia participen de esta tradición mendocina.
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miguel santillan -